El nuevo Gobierno quiere fusionar las cajas pese a no estar en su programa
Idoia Zenarruzabeitia pretende dar un 'impulso político' a la integración
El pacto de Gobierno firmado hace diez días por PNV y EA no recoge el proyecto de fusión de las tres cajas de ahorros vascas (BBK, Kutxa y Vital). Tampoco se recoge en el programa electoral del PNV, al contrario de lo que sucedía en el de 1998, donde tanto los nacionalistas como los socialistas recogían en su programa la necesidad de impulsar la integración. Sin embargo, la vicelehendakari, Idoia Zenarruzabeitia, tiene entre sus planes dar un impulso político a la integración de las tres cajas vascas, han asegurado fuentes del Departamento de Hacienda y Economía.
Se considera, en este sentido, que la fusión de las tres cajas vascas era y sigue siendo objetivo de un Gobierno que es heredero del anterior, que está dirigido por el mismo lehendakari, Juan José Ibarretexe, y que tiene a las mismas personas al frente del área económica y financiara. En cualquier caso, un portavoz del nuevo Ejecutivo ha recordado que la decisión final de la fusión corresponde a las entidades y a sus órganos de gobierno. 'El papel del Gobierno es impulsar la fusión, pero no tomar la decisión', puntualizó. La entidad resultante de la fusión de la BBK, Kutxa y Vital sería la tercera caja de ahorros de España por recursos ajenos, tras la Caixa y Caja Madrid.'El hecho de que no esté recogida en el programa no significa que la idea se haya abandonado o que no siga pareciendo válida y positiva en tiempos de globalización. Ayudaría a contar con un entramado financiero fuerte y referencial', señaló un portavoz del Gobierno. El proyecto de fusionar o integrar algunas áreas de las tres cajas de ahorro vascas ha sido una constante en los cinco últimos años que ni siquiera se ha intentado. No se abordó en los tiempos en que las tres diputaciones y los ayuntamientos de las tres capitales -con gran control sobre sus órganos de dirección como instituciones fundadoras- estaban en manos del PNV, y ahora, cuando el PP está al frente de las dos principales instituciones alavesas, la operación presenta mayores dificultades políticas.
La Ley de Cajas de Ahorros de 1991 establece un sistema de representación en las entidades en varios tramos. El 22% de la asamblea general está en manos de las entidades fundadoras (ayuntamientos de las capitales y diputaciones), el 41% en las de los impositores, el 32% en poder de los ayuntamientos donde operan las cajas y el 5% en las manos de los trabajadores. Todos estos colectivos están representados proporcionalmente en los consejos de administración. Una fusión precisaría un acuerdo en los órganos de gobierno de cada entidad. Está claro que el peso de los partidos es esencial. La prueba está en que las fuerzas políticas que controlan las entidades fundadoras son las que han marcado la elección de los presidentes de las cajas.
Difícil acuerdo Un responsable de una de las cajas expresaba la semana pasada su escepticismo sobre una fusión con el actual panorama político. La única posibilidad, a su juicio, sería propiciar desde el Parlamento una reforma de la Ley de Cajas, de forma que el propio Ejecutivo vasco, como ya ocurre en otras comunidades autónomas, participe en los órganos de gobierno de las cajas, una posibilidad que se presenta como muy remota.
Pero, más allá de los obstáculos políticos, se ha dicho que la principal dificultad para la fusión está en la resistencia de las direcciones de las cajas. A José Ignacio Berroeta, presidente de BBK, la mayor de las entidades, siempre se le ha presentado como el mayor opositor a la integración. Sin embargo, en múltiples declaraciones ha manifestado su apoyo al proyecto, si lo hay. Lo que Berroeta ha rechazado es pasarse más tiempo del conveniente hablando de un proyecto que no existe, por la erosión que supone para los clientes y la cuota de mercado. En el extremo opuesto, se ha querido dar el perfil más integrador a Fernando Spagnolo, presidente de Kutxa, la segunda caja vasca. En todo caso, ambos presidentes han dicho que, si la fusión se diera, habría que actuar con rapidez.
El máximo responsable de la Vital, Pascual Jover, que a diferencia de sus colegas no es presidente ejecutivo, no se muestra contrario a la fusión, y la considera buena para competir. En su opinión, una caja integrada haría innecesario un banco público vasco, una vieja aspiración nacionalista. La creación de éste, sin embargo, no ha sido aún descartada por el nuevo Gobierno. Su idea es que esta institución centralice las operaciones de caja de todas las instituciones públicas vascas y coordine las operaciones de endeudamiento.
Las tres cajas tienen un pacto no escrito de respetarse en sus respectivos territorios, lo que limita su posible expansión en el interior de la comunidad autónoma. La opción, por tanto, es salir fuera. Pero su imagen interna, con la que mantienen en liderazgo en las tres provincias, no es la más adecuada para salir al resto de España. Las tres lo han hecho mucho más tímidamente que, por ejemplo Caja Laboral, y Kutxa ha tomado posiciones comprando la ficha del Banco de Madrid.
La clave de un hipotética fusión es saber si sería total -con una dirección centralizada, aunque se mantuviera la imagen y la red diferenciada actuales-, o sólo de algunas áreas y servicios, lo que favorecería las economías de escala o la salida fuera de Euskadi con una única marca.
Como señalaba Berroeta en octubre de 1998, una fusión plantea tres problemas: la sede, el sistema informático y la persona que va a liderar el proyecto resultante. Los tres problemas permanecen y no parece que tengan fácil solución. Kutxa y Vital comparten un sistema informático y BBK tiene el suyo. 'De tres cajas buenas sólo puede salir una buena', indicaba entonces Berroeta en tono conciliador.
Pero el tiempo ha pasado y la fusión se ha convertido en una ilusión histórica que ya no está siquiera en los programas. Si la caja fuera una realidad sería la tercera mayor de España por depósitos, sólo superada por La Caixa y Caja Madrid.
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