Bryce Echenique vuelve a España para terminar su próxima novela
El escritor imparte un curso sobre la historia personal de sus libros
Escuchar a Bryce (Lima, 1939) en clase es como enchufarse a una máquina de improvisar aforismos: 'La realidad me estorba para escribir'; 'las mejores historias siempre suceden a quien sabe contarlas'; 'la literatura es convertir la desilusión en vida'; 'el disparate ha caracterizado toda mi obra literaria'. Más de un alumno agotó el bolígrafo que regala la universidad. Todos rieron con ganas y cayeron en el deseo difícil de hacerse amigos del escritor.
Vino Bryce a hablar de sus libros, uno a uno, pero también de su vida y de lo que le diera tiempo. Explicó cómo nació su vocación de escritor, por 'esa necesidad de ver en la realidad aquel pespunte que a la mayoría de la gente no le interesa y en el cual se fija toda la mirada del narrador'. Reconoció el desplome que le supuso el éxito literario: 'Prefería ser un amateur y un diletante'. Desgranó las claves de su obra: 'Sentimiento, emoción, casi abdicación del uso de la cabeza. Escribo a fuerza de emociones'. Y desarrolló su concepto de la escritura: 'Como un strip-tease, pero al revés, los escritores al escribir nos desnudamos, pero en vez de quitarnos ropa nos arropamos cada vez más'.
Tuvo tiempo de participar en los Martes Literarios, un ciclo de encuentros entre autores y público que organiza la UIMP. Llenó un auditorio de 400 personas para explicar el protagonismo unificador de la mujer en sus libros. 'Mi literatura está llena de nostalgia por la mujer', dijo. 'Su preponderancia es tan grande que al final los personajes hombres de mis novelas se han convertido en mujeres, para estar a la altura', añadió. 'Tal vez la mujer ha encontrado en mi literatura el papel que se le ha negado en la literatura hispanoamericana como persona, siempre rebajada a roles canónicos de esclava del amor, ama de casa y objeto pasivo', sentenció.
El escritor peruano, premio Nacional de Narrativa en 1998 por Reo de nocturnidad, se quedará hasta final de año en España. 'La realidad de Lima es demasiado dura para escribir'. En España aspira a concluir su primer libro tras dos años de descanso (en 1998 publicó La amigdalitis de Tarzán y en 1999 Guía triste de París). Escribe una novela, El huerto de mi amada, en la que retoma el escenario limeño de los años cincuenta y sesenta, tan frecuente en sus libros, para contar la vida de Carlitos Alegre, un excéntrico personaje zarandeado por el amor prohibido y la falsa amistad. También escribe, 'de tarde en tarde', fragmentos para el segundo volumen de Permiso para vivir, sus peculiares Antimemorias, del que lleva redactadas 300 páginas y un largo capítulo.
Inevitablemente, Bryce comentó la situación política de su país, al que regresó hace dos años y medio tras 34 de residencia en Europa, 15 de ellos en España. Su diagnóstico es que ha habido 'una falta lamentable de imaginación política'. Cree que antes de convocar elecciones hubiera sido necesario mantener unos años el Gobierno de transición de Paniagua, hasta recomponer la democracia destruida por el régimen 'corrupto, siniestro y sádico' de Fujimori, 'que ha llevado al país a ser el más pobre de América Latina'.
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