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Preocupación en el campo andaluz

Martos, el mayor productor de aceite de oliva, refleja la angustia desatada en el sector por la crisis del aceite de orujo

La cooperativa de aceite Domingo Solís de Martos (Jaén) está acostumbrada a recibir visitantes ilustres. En plena negociación de las ayudas europeas al sector llegó hasta ella Loyola de Palacio, entonces ministra de Agricultura, para enseñar al comisario europeo Franz Fischler unas modernas instalaciones en las que entraba aceituna y salía su jugo, el aceite. Entonces, todo fueron sonrisas, fotos y alabanzas. Ahora, al presidente de la cooperativa, Manuel Damas, le gustaría que esas mismas baldosas las pisaran Celia Villalobos y Miguel Arias Cañete. Ante sí quisiera tener a los ministros de Sanidad y Agricultura para decirles 'las cosas claras y en su cara'.

Lo que quiere decirles es que la retirada de la circulación del aceite de orujo de oliva el pasado martes ha terminado haciendo daño a todos los productores de aceite de oliva. 'Mucha gente no sabe distinguir que una cosa es aceite de orujo y que otra es aceite de oliva, creen que todo es lo mismo, y lo vamos a pagar todos', dice.

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El vicepresidente de la cooperativa, Luis Cabrera, asiente con la cabeza escuchando las palabras de Damas, pronunciadas entre el silencio absoluto de las máquinas de una fábrica que ahora no está trabajando. 'La ministra se lo tenía que haber pensado un poquito y ver la forma de hacer lo que tuviese que hacer, pero con el menor impacto posible'.

Martos es una localidad en la que viven 23.000 personas, situada en plena campiña de Jaén y que se vanagloria de ser el mayor municipio olivarero del mundo. En la década de los cuarenta, el municipio tenía una producción media de seis millones de kilos de aceituna, mientras que hace tan sólo dos años fue de 17 millones.

Ciriaco Castro, el psicólogo municipal y trabajador del área socioeconómica del Ayuntamiento, apunta que el olivar de Martos tiene tres características diferenciadoras: es centenario, ocupa prácticamente todo el término municipal, porque copa el 85% de su superficie, y, además, es el más productivo 'del mundo', porque el microclima de la localidad hace que el rendimiento graso de sus aceitunas sea superior a la media.

El pueblo vive del aceite de oliva y de las rentas que genera. En un municipio en el que la renta declarada se sitúa en 1,225 millones de pesetas y el desempleo lo padecen alrededor de 500 personas, lo que hay ahora es miedo, temor ante la próxima campaña de la aceituna, ante la reacción de los mercados. Manuela Aguilera regenta el bar La Estrella a sus 65 años recién cumplidos. Mientras sirve una copa de anís reflexiona en voz alta y le pide a Celia Villalobos que 'recapacite', que reconozca 'que lo ha hecho mal' y que está dejando 'hechas polvo' a miles de familias.

Aguilera nunca ha probado el aceite de orujo; es más, asegura que casi ni lo conocía. 'Una vez compré una botella, porque me dijeron que rebajaba el sabor de la mayonesa, y casi no la pude ni probar cuando terminé de hacerla. Qué sabor tan raro. Vamos, que tengo todavía la botella llena'. Pero sabe que no todos están acostumbrados al sabor del aceite de oliva virgen extra que ha consumido durante toda su vida. 'Ya sé que el problema no es de nuestros aceites, pero eso que se lo digan a los alemanes o a los franceses, que ya no querrán nada nuestro. Ahora, el aceite no se podrá vender y el que se venda será tan barato...'.

La cooperativa Domingo Solís tiene aún sin vender un tercio de la producción de este año. En sus bodegas queda un millón de kilos de aceite, el mejor de la campaña. 'Los corredores siguen llamando para comprar, pero se les nota un poco reacios', asegura el presidente. Su pregunta es si seguirá parado un mercado que tiene unos precios demasiado bajos ya.

El aceite de oliva que se usa en las envasadoras para mezclar después de ser refinado, el llamado lampante, se está vendiendo a unas 260 pesetas, 'más barato que hace cinco años'. Y eso sin que en las últimas operaciones comerciales hubiese repercutido la retirada del mercado del aceite de orujo. '¿A qué precio se venderá a partir de ahora?', se pregunta.

En el casino que se levanta desde el siglo XIX en la plaza central de Martos, el Círculo Nueva Amistad, cada mañana se reúnen olivareros ya jubilados, que ahora incluyen en su conversación el benzopireno, una palabra que no pronuncian con soltura, pero sí con desprecio. Amador Carrillo tiene 81 años y la mayor parte de su vida la ha pasado entre olivos, a los que ha cuidado, regado, podado y quitado la aceituna. 'Que digan lo que quieran, pero que no nos falte aceite'.

Pretende evitar cualquier tipo de duda sobre las cualidades del aceite y relata que cuando era joven, en la veintena, desayunaba un vaso de aceite. 'Bebido, ¡eh!, y si tuviese algo malo, ya me habría muerto. Eso lo tendrían que saber todos los europeos que ahora tengan miedo'. Sus compañeros de casino le aplauden y palmean en el hombro. No han visto otro octogenario con una salud como la suya.

'No quiero salirme de mis casillas, pero la culpa de todo la tienen tres personas: el ministro de Agricultura, la ministra de Sanidad y la parte más alta del Gobierno', explica Carrillo. 'Eso, Aznar, dilo sin miedo', le anima otro contertulio. 'Pues ése. Aznar, y lo digo a la cara, no nos quiere ni ver a los andaluces. Y lo digo sin miedo', responde. Andalucía ha producido esta campaña 850.000 toneladas del total de 965.000 de todo el país.

El médico Rafael Rosa está convencido de que 'el escándalo del orujo' salpicará a todas las grasas derivadas de la aceituna y teme que se incremente 'el escalón' que separa Andalucía de otras comunidades autónomas en nivel de renta. Recuerda que, en los dos últimos años, hasta Martos han llegado delegaciones comerciales de Japón y que se han producido contactos con zonas consumidoras de aceite en Estados Unidos como Tejas, en un intento de abrir mercados de alto poder adquisitivo. 'Por esta falta de delicadeza que ha tenido la ministra de Sanidad no podemos pagar unas consecuencias tan altas', dice.

En su consulta seguirá recomendando a los pacientes que tomen aceite de oliva. 'Tengo claro que tiene cualidades antioxidantes y cardiovasculares, entre otras', dice. Además mantiene que si los industriales certifican que el benzopireno se puede reducir o eliminar en el de orujo de oliva también recomendará el consumo. 'El orujo es un derivado del aceite de oliva; eso no se nos puede olvidar'.

El alcalde quiere que el ministro de Agricultura salga ahora en todas las televisiones europeas diciendo que el aceite de oliva español es saludable. '¿No salió comiendo filete de ternera en la crisis de las vacas locas? Pues que se ponga delante de aceite, pan y se lo coma para demostrar que no hay ningún problema'. De Villalobos también reclama entusiasmo. '¿O va a salir diciendo que no consume aceite de oliva, como en la crisis de las vacas locas dijo que sólo consumía huesos de cerdo?'. Para José Saavedra, Andalucía tiene un 'enemigo público' que sitúa en el Gobierno central. 'Sé que dirán que digo esto por ser del PSOE, pero lo digo porque nuestros productos necesitan su colaboración para que se puedan exportar, y no la tienen', se justifica.

Problema ecológico El Ayuntamiento de Martos ha proyectado la instalación de un polígono industrial dedicado en exclusiva al aceite, que ahora teme que no se llegue a desarrollar si los empresarios empiezan a notar en sus bolsillos una reducción de ingresos por falta de ventas. Los olivareros de las almazaras, las industrias en las que la aceituna sale convertida en aceite, temen además que la caída del sector del orujo termine acarreando un problema más sobre ellos y sobre el medio ambiente. Las orujeras son las que ahora libran a las fábricas de aceite de los desechos, pero si se paraliza la actividad en las extractoras, ¿quién se ocupará de ese subproducto?

En la fábrica Domingo Solís, esta campaña han producido 14 millones de kilos de alpeorujo, el orujo mezclado con una grasa negra que sale de la extracción del aceite. Ya lo han vendido a una extractora, que todavía no ha pagado la compra y tiene ante sí el panorama de no poder vender el aceite que ha obtenido por la orden de Sanidad. El kilo de alpeorujo se paga aproximadamente a una peseta, lo que supondría para la cooperativa reducir sus ingresos del año en 14 millones de pesetas. 'Un auténtico problema, pero si la próxima campaña no pudiésemos ni vender el orujo, ¿qué hacemos con él? ¿Tirarlo al campo? No nos deja Medio Ambiente. Eso es algo que no está resuelto', advierte Damas.

El presidente de la cooperativa cree que Villalobos y Arias Cañete tienen suerte porque se han enfrentado a un sector que es 'muy pacífico'. Pero, resalta, puede dejar de ser prudente 'y sería fácil que hubiese movilizaciones'.

Un mar de olivos en el paisaje de Martos (Jaén), el mayor municipio olivarero.
Un mar de olivos en el paisaje de Martos (Jaén), el mayor municipio olivarero.JOSÉ MANUEL PEDROSA

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