Las ayudas públicas al Macba permanecen inalterables desde su apertura, en 1995
El Reina Sofía ha incromentado su presupuesto un 17% para este año y el IVAM, un 21%
Es en cierta medida una anécdota, pero ilustra sobre la precariedad de medios que acecha cada día con mayor virulencia la actividad del Macba: dos de las exposiciones en las que los responsables del museo han puesto mayor empeño e ilusión -la retrospectiva de Dieter Roth, ya clausurada, y la colectiva Antagonismes sobre la historia del arte político, de próxima exhibición- carecerán del correspondiente catálogo: no hay presupuesto. A tal extremo ha llegado la fragilidad económica de la institución.
Las partidas destinadas a personal y actividades para 2001 suman, en el caso del Macba, 842 millones de pesetas (cinco millones más que el año anterior); por los mismos conceptos, el presupuesto del IVAM prevé un gasto de 1.397 millones (lo que implica un incremento de 371 millones en relación con 2000). Se trata de dos museos que, salvando distancias y matices de orden artístico y cultural, pueden sin duda compararse: los dos son fruto de una iniciativa política: de la Generalitat valenciana, en el caso del IVAM, y del Ayuntamiento de Barcelona, secundado por la Generalitat, el Macba. Los dos encuentran su principal sustento económico en las instituciones públicas: creciente y por lo que parece infatigable en el caso valenciano, a cargo exclusivamente de la Administración autonómica; conservador y dubitativo, en el caso catalán, compartido al 50% entre el Ayuntamiento y la Generalitat.
La pugna que ha enfrentado a estas dos instituciones a la hora de financiar las grandes infraestructuras culturales catalanas -singularmente el Museo Nacional de Arte de Cataluña- no es ajena a los problemas económicos del Macba. Aunque también tenga bastante que ver en ello la parquedad de los presupuestos que cada una de ellas destina a sus respectivas políticas culturales y la multitud de frentes que tienen por cubrir, en colaboración o por separado: el Liceo, el Auditorio, el Teatre Nacional de Catalunya y la Biblioteca de Cataluña, por citar algunos de los de mayor relevancia.
El Macba y el IVAM iniciaron sus actividades en edificios de superficie similar, alrededor de 16.000 metros cuadrados, que en el caso del IVAM se ampliarán hasta 25.000 cuando concluya, en 2003-2004, una ampliación en la que ya se trabaja y para la que se prevé una inversión de 4.000 millones. Mientras tanto, el Macba, casi seis años después de su inauguración, debe aún más de 900 de los 3.900 millones que costó la construcción del edificio, financiado con un crédito que no se amortizará hasta 2003 y que implicará un desembolso adicional, en concepto de intereses, de unos 1.700 millones de pesetas. Las cuotas de este crédito las paga el Macba con el dinero que le transfieren explícitamente para ello el Ayuntamiento y la Generalitat. Pero ningún síntoma permite albergar la esperanza de que para 2004, cuando el edificio esté ya pagado, las administraciones mantengan la dotación y dediquen a las actividades del Macba las cantidades que destinan ahora al pago del edificio. En cualquier caso, la precariedad económica no ha logrado frenar hasta ahora la actividad cultural del museo, que, tras años de indefinición, se ha situado, bajo la dirección de Manuel Borja-Villel, 'en una línea inédita, de enorme personalidad', en palabras de Leopoldo Rodés, presidente de la Fundación Macba. El trabajo del nuevo equipo empieza ya a cosechar sus frutos, en la vertiente interior e internacional, con síntomas como el sustancial incremento de visitantes -el 17% en lo que va de año-, la reciente invitación a formar parte del selecto club de la Conferencia Internacional de Museos de Arte Moderno (CIMAM) o la exposición del sueco Oyvind Fahlström, producida por el Macba y presentada con éxito en Italia y EE UU, que próximamnente viajará a Suecia y al Reino Unido.
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