La plasticidad cardiaca según Piero Anversa
El nombre de Piero Anversa es ya un referente en la investigación del infarto y la insuficiencia cardiaca. Su mérito es haber sido uno de los primeros en observar que el corazón no es un órgano definitivamente diferenciado, sino que conserva cierta capacidad de regeneración, incluso a edad avanzada. Esta idea heterodoxa la viene sosteniendo con pruebas científicas y machacona insistencia desde hace años en revistas de primera fila. Para este investigador italiano, que se incorporó en 1972 al New York Medical College (NYAC), donde ahora dirige su Instituto de Investigaciones Cardiovasculares, el corazón posee una plasticidad que ya no admite dudas porque sus células mueren, pero también vuelven a nacer.
'Si se reúnen 3.000 cardiólogos para definir la insuficiencia cardiaca, se obtendrán 3.000 opiniones diferentes. La mía es sencilla: muerte celular. No hay insuficiencia cardiaca sin muerte celular, y por eso estudio la muerte y el crecimiento de las células, los dos sucesos celulares determinantes de la aparición y la progresión de la insuficiencia cardiaca. Cuando se pierden más células de las que se generan, se presenta un problema grave', explicaba Anversa en una publicación interna del NYAC en otoño pasado.
La creciente fuerza de sus argumentos científicos le ha abierto en lo que va de año las puertas de Nature y The New England Journal of Medicine (NEJM), dos de las publicaciones de más prestigio y eco en los medios de comunicación. Primero dio un golpe de efecto al publicar en la revista británica que es posible reparar un corazón infartado si se le inyectan células madre de su médula ósea. Pero esto ocurre en corazones de ratón, y aunque anunciaba ensayos clínicos con enfermos antes de tres años, ya se sabe que lo que ocurre en modelos animales no siempre se reproduce en humanos.
Ahora ha aportado evidencias científicas de que el corazón humano infartado muestra signos biológicos de regeneración. Si el infarto vence finalmente a la vida es porque en el corazón, siguiendo el razonamiento de Anversa, la muerte celular tiene más fuerza que la vida que aportan las nuevas células que nacen. Aunque, como es norma en ciencia, el trabajo del investigador italiano deberá ser revalidado, queda abierta una sugerente vía de investigación para reequilibrar esta balanza a favor de la vida.
La primera cuestión que se plantea es identificar qué tipo de células son las que se dividen y de dónde provienen. ¿Son miocitos que han conservado aletargada su capacidad de multiplicación y despiertan por la catástrofe que representa el infarto? ¿Se trata de células madre propias del corazón o han sido reclutadas en otra parte del organismo?
En el cerebro, un órgano de una plasticidad sorprendente, se demostró hace unos años que había células madre capaces de producir nuevas neuronas. ¿Por qué no podría tenerlas también el corazón? Según Anversa, hay indicios de que existen células primitivas capaces de generar nuevo músculo cardiaco funcionante, aunque no quiere revelar más datos hasta que no los publique en una revista científica. 'Si conseguimos probar la existencia de células madre cardiacas y hacerlas migrar hacia la zona lesionada, podríamos llegar a reparar el músculo cardiaco dañado y reducir la insuficiencia cardiaca', que es la primera causa de muerte en los países desarrollados.
El día que se publicaba su trabajo en el NEJM, Anversa comunicaba sus resultados en Italia, donde es también profesor en tres universidades (en los departamentos de patología, microbiología e inmunología, y medicina). Ya lo dejó escrito en el Italian Heart Journal hace poco más de un año: 'El dogma de que los miocitos no pueden reincorporarse al ciclo celular y experimentar divisiones mitóticas no es válido y está obsoleto'. Este trabajo tenía un título que condensaba toda una línea de investigación: La plasticidad del corazón enfermo. La comunidad científica y la sociedad esperan impacientes que el investigador italiano anuncie un nuevo paso adelante.
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