Carlos Fuentes juega con el tiempo y con la imposibilidad del amor en 'Instinto de Inez'

'Acaba de morir aquí un aparatito de éstos'. Esa importancia da al tiempo Carlos Fuentes (Panamá, 1928). El escritor con categoría de referente moral, ayer alertaba así del hecho de que se acabaran las cintas de los casetes que registraban su voz sobre la mesa cuando presentó ante los periodistas su nueva novela, Instinto de Inez (Alfaguara). Mientras que el novelista reflexionaba sobre el tiempo, también cambiaba el espacio y hacía de Madrid capital literaria de América Latina al analizar de manera contundente la realidad de esos países.

Despachó al nuevo Gobierno de México: 'Es un Ejecutivo de transición, que tiene que tratar prioridades, el paso de un sistema autoritario a otro que debe implantar autoridad democrática'. Fue contundente respecto a Colombia: 'Creo que no existe un solo latinoamericano al que no le duela lo que pasa en Colombia. La única solución es la legalización del comercio de drogas, porque acabará al menos con los que se aprovechan de esa desgracia'. Y tuvo palabras para los emigrantes que se agolpan en Tijuana o tratan de ser considerados personas en España: 'En México damos la batalla a fondo. Hay que hacer ver que a la inmigración no la empuja la pobreza, que nadie se va por gusto, sino que hay países que basan su estructura en ella, que la necesitan para desarrollarse. El siglo XXI será, sin duda, el de los movimientos migratorios'.

Y eso que el autor de Diana o la cazadora solitaria dijo que la labor de los escritores no es la denuncia, sino 'mantener vivos el lenguaje y la imaginación'. Entre la geopolítica, Fuentes encontró tiempo para definir Instinto de Inez: 'Es una historia de amor, de una soprano que se enamora de un hombre joven al que ve en una fotografía. No le halla en su tiempo ni en el espacio y busca la manera de encontrarlo a través de la imaginación', resume. 'Por otra parte, hay un director de orquesta, Atlan-Ferrara, que está inspirado como personaje en el maestro Sergiu Celebidache. Él no es un Fausto, sino más bien un Mefistófeles'. A partir de ahí, surge una historia situada en medio del, dijo, 'pasado remoto y el futuro porvenir'.

Tiempo y espacio. Y ritmo: el de la ópera La condenación de Fausto, de Héctor Berlioz, que teje el trasfondo de una historia que reflexiona sobre lo dicho y sobre el destino, la soledad, la vejez, el poder, el arte, en una esfera con pinceladas fantásticas. 'La novela está escrita en tiempo futuro, puede verse como una profecía', anuncia sin descomponer el traje beis de tela fresca, ni el nudo de la corbata azul. Él, de tiempo entiende, y de Faustos parece que también. Tiene 73 años, pero parece haber hecho algún pacto secreto para conservarse joven y agitador. Buena forma para afrontar un programa que le llevó anteayer a firmar en la Feria del Libro; hoy a Vigo, donde le invisten honoris causa; mañana, a Madrid, a presentar la novela entre los lectores; luego a Barcelona, a repetir el acto.

Nostálgico también anda porque, con Instinto de Inez, dicen que vuelve a sus orígenes ensoñadores. 'Yo siempre he mezclado realismo y fantasía. Mi referente es Balzac, mi deuda con él es enorme. Hay un Balzac fantástico que convive con su realismo. Un modelo que para mí es sorprendente'. Y a propósito de referentes, Fuentes también aprovechó para hablar de un movimiento literario latinoamericano continuado a partir del siglo XX. 'Hay un hilo, desde los que nos precedieron a nosotros, al llamado boom, que vimos con respeto a Borges, a Onetti, a Carpentier, a las mujeres del que yo llamo boomerang, como Ángeles Mastretta o Elena Poniatowska, hasta ahora, en que en mi país hay dos grandes escritores que están en la treintena, como son Jorge Volpi o Ignacio Padilla'.