La polémica sobre los trasplantes
He leído con interés inicialmente, pero con indignación después, el artículo Detrás de las estadísticas de trasplantes, de Enrique Costas Lombardía [EL PAÍS, 27 de abril] sobre la actividad de donación y trasplante en nuestro país. Llevo cinco años como coordinador de trasplantes compatibilizándolo con la jefatura de la sección de cuidados intensivos del hospital Príncipe de Asturias, de Alcalá de Henares, cobrando por esta actividad, que significa estar alerta todos los días del año salvo los de mis vacaciones reglamentarias, 60.000 pesetas mensuales antes de descuentos, y que conlleva también el mantenimiento del donante hasta el momento de la extracción. He pedido a la dirección del hospital permiso para mostrar mi nómina en el tablón de anuncios de personal ante la confusión que afirmaciones como las vertidas por el autor del artículo puede originar en mis compañeros de todos los estamentos sanitarios. Más difícil me resultará mantener la mirada ante un familiar la próxima vez que se plantee la petición de órganos, cuando algún gesto de éste pudiera interpretarlo como incredulidad ante mis palabras.
Creo necesaria, como el autor del artículo, mayor claridad en la distribución de los recursos que la sociedad dedica a esta actividad, incluso me parece lícita la polémica sobre si otras necesidades sanitarias de la sociedad no se contemplan de la misma forma por nuestras autoridades, pero se equivoca el autor de nuevo cuando alude a la injusticia laboral según la actividad realizada en nuestros hospitales citando exclusivamente los trasplantes; la reducción de las listas de espera quirúrgica, actividades como exploraciones radiológicas complejas y otras muchas diferencian las nóminas entre los profesionales, a veces abismalmente.
Pienso que una actividad que tiene como condición imprescindible la generosidad de la sociedad debiera tratarse con más tacto cuando se habla de compra indirecta de órganos y más información al escribir sobre los ingresos de unos profesionales que, como en cualquier otra actividad, tienen circunstancias laborales diferentes, y supongo que nadie espera que cualquier cirujano de guardia de nuestros hospitales pueda acometer la realización de un trasplante hepático con los mismos recursos materiales y humanos con los que resuelve una apendicitis.-
En relación con el artículo Detrás de las estadísticas de trasplantes, deseo manifestar mi total coincidencia con lo que en él se expone. Cuando desarrollamos la Ley de Trasplantes de Órganos en los años de la UCD y creamos la Organización Nacional de Trasplantes, de la que fui su primer secretario, nunca pensamos en pagar directamente a 'coordinadores' de trasplantes las cantidades astronómicas que ahora se pagan.
El modelo español de entonces se basaba en la solidaridad y en el trabajo bien hecho de los profesionales responsables de los trasplantes. Como incentivo económico sólo se habían previsto dotaciones de aparatos, libros y revistas a los hospitales con equipos más activos, nunca pago directo por la obtención de órganos. Las administraciones sanitarias posteriores son las responsables del estado actual de los hechos. ¿Cuánto vale un trasplante de riñón?, ¿y uno de hígado? El ciudadano debería conocerlo, y también el Tribunal de Cuentas.
Por ultimo, en mi experiencia, no es bueno meter a los enfermos en este tipo de polémicas. Ellos se merecen siempre lo mejor, y en su situación, yo diría lo mismo que el presidente de la Asociación de Trasplantados de Hígado de Madrid.- Dr. J. Ferreres.
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