Los manjares de la abuela
El obrador de confitería proyecta duplicar sus instalaciones
Eran años de posguerra y Ángeles Bueno tenía que sacar su casa adelante. Su marido estaba enfermo y debía procurarse algún ingreso como fuera. Por aquella época, una mujer no tenía muchas salidas laborales, así que no tuvo más remedio que echar mano de sus conocimientos culinarios y ponerse a hacer dulces para vender.
No podía imaginar que aquellas masas nacidas de las penurias económicas serían el pilar de una empresa familiar que en la actualidad factura alrededor de 200 millones anuales y da empleo a una treintena de trabajadores.
La abuela Ángeles tenía un gran aliado: su hijo José, que repartía los dulces por el vecindario. Con apenas 14 años, Pepe se cargaba el tablero en la cabeza y salía a tentar a los golosos. Ahora Pepe está jubilado, pero el negocio sigue marchando gracias a su mujer, María Jesús Fernández, y a sus hijos Manuel y Eduardo.
Datos de interés
Dirección. Pedro de Deza, 7. Málaga Tel.: 95 225 55 99. Empleos: 30. Facturación: 200 millones. Producción: Obrador de confitería.
El obrador ha creado la tarta malagueña, en cuya elaboración utiliza productos típicos de la provincia
Cada día salen del obrador Tejeros unos 25.000 pasteles y se gastan en torno a 500 kilos de azúcar. Los productos son elaborados con mimo, como los hacía la abuela. '¿Secreto? No hay secreto. Son productos artesanos, hechos sin máquinas, sin conservantes, ni colorantes. No ocultamos la fórmula, aquí todo el que entra la aprende. Es la única forma de que pasen los años y esto siga funcionando. De lo contrario, nos moriríamos con la fórmula', comenta Manolo.
Dentro de un par de meses, el obrador se trasladará a una nave industrial con unos 600 metros cuadrados, el doble de los que tiene en la actualidad. Manuel lamenta que la abuela no pueda ver hasta dónde ha llegado la empresa.
Ángeles sí llegó a conocer las instalaciones de la calle Tejeros, inauguradas en 1975 y a la que debe su nombre la empresa. En aquella zona de la ciudad se concentraban las fábricas de tejas y el callejón tomaba su nombre de sus habitantes: los tejeros.
El obrador sigue elaborando casi los mismos productos que preparaba la abuela: borrachuelos, roscos de vino y mantecados por Navidad. Torrijas en Semana Santa; además de hojaldres y pasteles variados. Pero nada de pan. Tejeros además ha introducido en el mercado la tarta malagueña, una invención propia hecha con productos del terreno: pasas, vino moscatel y almendras. Demasiado dulce para unos, exquisita para otros.
Manolo recuerda las historias que le contaba su padre de las épocas del racionamiento, cuando tenía que salir huyendo de la Guardia Civil. Pero esos tiempos han quedado muy lejos. Ahora son una empresa moderna, aunque familiar, que comercializa sus productos en toda la provincia y también en Cádiz y Madrid.
El tirón de la demanda ha sido lo que los ha llevado a plantearse el traslado a la nave del polígono Centro-Olletas. 'Ya no tenemos espacio suficiente donde estamos', explica Manolo. En las nuevas instalaciones, que ya están prácticamente acabadas, no sólo dispondrán del doble de metros cuadrados, sino que podrán incorporar más personal y por lo tanto ampliar la producción.
La familia se plantea incluso automatizar parte del proceso productivo, aunque, eso sí, conservando el carácter artesanal que ha hecho famoso al obrador malagueño. La finalidad es atender la creciente demanda de sus clientes.
La empresa nació hace 26 años, en 1975, cuando comenzaron a funcionar las instalaciones de la calle Tejeros. Pero, de hecho, la familia tiene el aval de casi 60 años de trabajo al servicio del paladar, ya que las primeras hornadas de dulces salieron del horno de la abuela Ángeles allá por los años cuarenta. 'Por suerte, ella pudo ver el obrador de la calle Tejeros y cómo su hijo montaba y un pequeño imperio comercial', cuenta Manolo sin ocultar su satisfacción.
Su madre es el alma mater de la empresa. María Jesús organiza el trabajo, los pedidos y distribuye las faenas del obrador. Todos los miembros de la familia se confiesan orgullosos de la empresa que han logrado consolidar sobre los cimientos que puso la abuela.
Manuel y Eduardo son la tercera generación a cargo de la empresa. 'Me da pánico de la cuarta', bromea Manolo. Pero sabe que el prestigio y el hueco que se ha ganado el obrador gracias a la calidad de sus productos es la mejor garantía de continuidad.
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