EE UU y el Protocolo de Kioto

El anuncio por parte de la Administración norteamericana de su intención de abandonar los esfuerzos para ratificar el Protocolo de Kioto reviste una inusitada gravedad. La Administración del presidente Bush ha desoído los informes y recomendaciones del grupo de expertos de Naciones Unidas sobre el cambio climático para atender a las peticiones de la industria norteamericana, sin importarle, en apariencia, que las consecuencias de tal proceder las terminemos pagando todos.

Bien, como afectado por esta decisión, creo que tengo derecho a defenderme, y como economista, sólo se me ocurre una cosa: actuar sobre la base del problema. Si es la industria norteamericana la que directa e indirectamente va a impedir reducir las emisiones, porque tiene que hacer frente a aumentos previsibles en la demanda de sus productos, intentemos resolverle el problema a su Administración, reduciendo esa demanda. Como una persona sola lo tiene difícil, quisiera hacer un llamamiento a las asociaciones que representan mis intereses como ciudadano afectado por todo esto (la OCU, Greenpeace, etcétera), para que promuevan un boicoteo a los productos de la industria norteamericana, desde viajes en compañías aéreas a maíz, para, de esta forma, reducir la presión que les impide comprometerse a reducir sus emisiones a la atmósfera.

Se me podrá argumentar que con ello a lo mejor se agrava el problema, si los productos boicoteados pasan a producirse en países, por ejemplo los subdesarrollados, más intensivos todavía en contaminación. Puede ser cierto, pero también lo es que aliviar la pobreza es una de las mejores herramientas para combatir la degradación ambiental, y que los propios Estados Unidos podrían haber seguido esta vía, no obligando a todo el mundo a adoptar medidas para resolver un problema que no han creado, sino comprando los derechos de emisión que necesita su industria, a los países subdesarrollados.-