Los ecologistas logran retrasar un día la llegada del tren nuclear en Alemania
Los jóvenes empotraron los brazos en hormigón entre los raíles
El transporte con el material radiactivo procedente de Francia llegó ayer a Dannenberg, donde los cilindros tienen que ser traspasados a camiones.
'Yo lo sabía, le hablé y hablé, pero no la pude parar: ella tenía que hacerlo'. Así hablaba ayer en la madrugada Susanne Steinmann, madre de la joven de 16 años, Marie, quien a unos metros de allí se había convertido en parte de la vía ferroviaria, con un brazo encadenado dentro de un tubo metálico que, a su vez, estaba fundido en un bloque de cemento clavado entre los raíles.
En una operación que parecía de alta cirugía, especialistas de la policía tardaron 16 horas para liberar con taladros y sierras a los cuatro activistas de Robin Wood, un grupo de acción ecologista escindido en 1982 de Greenpeace. Para gran satisfacción de los manifestantes congregados en Dannenberg, el tren tuvo que retroceder unos kilómetros, antes de volver a emprender su tortuosa marcha a media tarde de ayer.
'¿Qué más íbamos a hacer? ¿Cortarles los brazos?', preguntaba ayer uno de los responsables de la operación policial que intenta forzar el paso del convoy que se dirige al depósito nuclear de Gorleben, en el norte de Alemania. Los ya 18.000 policías desplegados en la zona se han visto, evidentemente, desbordados por la táctica de guerrilla de los ecologistas, que protestan por los, a su juicio, inútiles y altamente peligrosos transportes de residuos nucleares. 'Cuando encadenamos a los cuatro, no se veía ni un uniformado a los alrededores, pese a que el convoy estaba a 800 metros de distancia', contaba un portavoz de Robin Wood.
Rodeado de los policías que dirigen el operativo, el ministro del Interior del land de Baja Sajonia, Heiner Bartling, subrayó en rueda de prensa que bloquear vías férreas es un 'delito grave, penalizable con hasta 15 años de prisión'. Su homólogo a nivel federal, el socialdemócrata Otto Schily, endureció el tono: 'Nadie tiene el derecho de dificultar un transporte que se ajusta al derecho internacional'. La policía -varios de cuyos agentes fueron heridos durante enfrentamientos con una minoría radical el martes por la noche- hasta ayer había detenido a 110 ecologistas. Para hoy está previsto el tramo final que en la ocasión pasada, en 1997, fue el más complicado: los últimos 20 kilómetros por carretera hasta el depósito de Gorleben.
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