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Una comunidad bajo sospecha

La exigencia de visado reaviva la lucha de los inmigrantes de Colombia en España por romper el molde que les asocia a la violencia y al narcotráfico

En España hay 24.650 colombianos con permiso de residencia; sin papeles, la cifra se triplica. Y muy pocos se libran del estigma de ser asociados con la delincuencia. Apenas se alude a los importantes lazos culturales y económicos entre ambos países. La inminente exigencia de visado para entrar ahonda en la herida.

'Si yo saqué la doble nacionalidad el año pasado fue para no tener que utilizar más el pasaporte colombiano en los aeropuertos; para no sentirme más humillado por la policía en los aeropuertos', explica con dolor Antonio Caballero, reconocido intelectual en su país y columnista de la revista de información latinoamericana Semana, editada en Colombia. Once de los 15 países de la UE ya exigían visado de entrada a los ciudadanos de Colombia. Desde el pasado 15 de marzo también lo harán España, Austria, Alemania e Italia.

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¡También España, nuestro pasado, nuestra lengua común!, vienen a reprochar los miles de compatriotas que apoyan la carta abierta que han escrito al presidente Aznar siete escritores y artistas colombianos encabezados por el Nobel Gabriel García Márquez, dejando pocas salidas a una decisión europea de obligado cumplimiento. 'Con la dignidad que aprendimos de España, no volveremos a ella mientras se nos someta a la humillación de presentar un permiso para poder visitar lo que nunca hemos considerado ajeno', han advertido. Casi 200 intelectuales y políticos españoles han respaldado el documento.

Héctor Abad, uno de los siete firmantes, indica a EL PAÍS desde Medellín que la idea de la carta no es nueva. 'Surgió hace unos 15 años, cuando Felipe González ya dijo que iba a pedirse el visado a los colombianos. Entonces, Gabriel García Márquez dijo que eso sería como pedirle visado para entar en casa de su madre. Así que ahora sólo hemos retomado esa idea, ampliándola y explicando el nexo especial que existe'.

Quieren que se reconozca la relación íntima, aunque Abad es realista: 'Sabemos que no va a servir para nada, que esto es una batalla perdida. Sin embargo, incluso esa batalla es algo muy español. España es el Sancho Panza realista, que no puede hacer nada frente a la UE. Pero nosotros tenemos que encarnar a la otra figura, la del Quijote, que a pesar de saber la batalla perdida tiene que lanzar al aire sus lanzas de indignación', concluye el escritor.

'Han sido muy valientes', dice Carlos Iragorri, corresponsal en España del diario El Tiempo, de Bogotá. 'Asumen un coste personal alto. De momento, Fernando Botero [pintor y escultor] no podrá venir a la boda de su hija, que se casa este año en Sevilla, y lo mismo Álvaro Mutis, que tiene prevista la presentación de su nuevo libro', cuenta el periodista.

Entre los países latinoamericanos, España ya aplica visado a peruanos, dominicanos y cubanos, como el que se pedirá a los colombianos en breve. No se libran estos últimos ciudadanos andinos de la asociación colombiano-delincuente internacional, sostiene Iragorri, 'y es una desgracia, porque realmente los que delinquen son un porcentaje muy pequeño', opina. Muchos pagan por unos cuantos, aunque esos cuantos engrosen las estadísticas carcelarias de Europa y Estados Unidos.

En las cárceles españolas hay 8.959 reclusos extranjeros. El grupo más numeroso son los marroquíes (2.268). Tras ellos, los colombianos, 1.426 internos, de los cuales 331 son mujeres. El perfil medio correspondería al 'pequeño mediano eslabón en la cadena del narcotráfico', informan en Instituciones Penitenciarias.

En algunas provincias, casi el 70% de los robos en joyerías se atribuyen a bandas colombianas. Un reciente informe policial sobre prostitución revela que casi una de cada tres prostitutas extranjeras en locales de carretera es colombiana. Iragorri se fue a verlas. 'Muchas pueden ganarse hasta 70.000 pesetas diarias. Con tres meses de trabajo se compran un apartamento en Colombia', cuenta. Con ello quiere ilustrar la fuerza centrífuga, mezcla de necesidad y violencia, que empuja hacia la emigración a miles de compatriotas suyos -un millón en los últimos tres años, de una población de 40 millones-.

El delito es lo que se puede cuantificar. La normalidad, no: los miles de trabajadores que residen en España en condiciones de plena integración social y profesional. 'Es lógico que en un país con violencia la gente huya para buscar un futuro mejor. En general viene gente de clase media acuciada por la falta de empleo en medio de una fuerte crisis económica. Llegan como turistas y se quedan principalmente como empleados en la hostelería y la construcción', asegura Iragorri. 'Cuando el colombiano es trabajador, es el mejor del mundo', exclama orgulloso.

Al otro lado de la ley, 'el combustible es el narcotráfico', señala. 'Somos culpables, pero las grandes potencias también lo son. Hay una doble moral. Castigan a Colombia por el tráfico de drogas al tiempo que la UE cierra la puerta a sus productos'. Yolanda Villavicencio, representante de la Asociación América- España Solidaridad y Cooperación (Aesco), abunda: 'En el narcotráfico hay una oferta y una demanda, y lo cierto es que España es uno de los países europeos con mayor consumo; pero de todo esto sólo se culpa a Colombia y a los colombianos'. En su opinión, la exigencia de visado en España es 'poco oportuna, ahora que se está intentando negociar un convenio con Colombia para regular los flujos'.

'Los inmigrantes vienen a trabajar y no a crear problemas', sentencia Pedro Arias, presidente de la asociación de colombianos Acoma. Y admite: 'Es cierto que en Colombia hay mucha droga, pero si los inmigrantes tuviesen que ver con el narcotráfico tendrían suficiente dinero y no necesitarían venir a buscar trabajo. En España puede haber unos 50.000 colombianos y se baraja que un 10% -estimación que a mí me parece muy alta- se dedica a la droga', explica.

Los últimos datos oficiales facilitados por el Ministerio del Interior, que provienen del último proceso de regularización, hablan de 24.650 ciudadanos colombiados regularizados en España. Sin embargo, las apreciaciones policiales triplican esa cifra. Durante todo al año pasado hubo 1.091 vuelos comerciales de entrada y salida entre Colombia y el aeropuerto de Madrid que trajeron a casi 200.000 pasajeros procedentes del país andino.

'Toda traba es un horror', afirma Antonio Caballero, en relación con los visados. 'Un abuso de los Estados'. Con todo, encuentra que, una vez sin remedio, la medida puede tener algún aspecto positivo 'para aquellos colombianos pobres que llegan a España y son devueltos a su país. Pierden el dinero que les costó el pasaje. Si les niegan el visado en Colombia, al menos se les ahorra eso'. Coincide en esto el corresponsal de El Tiempo. 'La visa sirve para resolver el problema de los no admitidos en los aeropuertos, entre cuatro y cinco personas en cada avión', dice. Estos ciudadanos son rechazados al considerar que no cumplen con todos los requisitos exigidos.

El tiempo dirá si esto no hace sino generar otro negocio más de las mafias. Damazis Daza, una colombiana de 38 años a la que le ha costado cinco conseguir permisos de residencia para ella y su hijo, no tiene dudas: 'Esto sólo va a complicar el sistema de inmigración y va a generar más burocracia, lo que acabará por alimentar las mafias'. Además, Daza entiende que para conseguir el visado se les va a exigir un extracto bancario, 'lo que hará que los más pobres no lo consigan'.

Otra cuestión de debate es si el visado será realmente eficaz para controlar los flujos. Juan Carlos Iragorri lo pone en duda. 'En Estados Unidos se exige visado a los colombianos, y sólo en Nueva York se calcula que hay 200.000. Todos han entrado con visa, pero están sin papeles. Hay que recordar que en Estados Unidos hay 11 millones de indocumentados. La visa pone trabas, pero el fenómeno va a continuar'.

Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Fernando Vallejo, William Ospina, Darío Jaramillo, Héctor Abad y Fernando Botero han dicho que no volverán a España mientras se exija visado a los ciudadanos colombianos. Su indignación no es sólo contra el Gobierno español, sino también contra el colombiano, hace constar Abad: 'A nuestros políticos les parece normal esta medida, por eso a nivel de Estado no va a pasar nada. Pero para nosotros no es normal. Por eso, a pesar de lo dolorosísimo que resulta esto, cumpliré mi palabra y no volveré a España'.

Una mujer colombiana vende comida junto al hospital 12 de Octubre en Madrid.
Una mujer colombiana vende comida junto al hospital 12 de Octubre en Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ

Dos meses de plazo

Según un convenio firmado en 1961 entre España y Colombia, una medida como ésta sólo puede entrar en vigor dos meses después de ser notificada y, a finales de esta semana, el Ejecutivo español aún no se lo ha anunciado oficialmente al colombiano, por lo que la exigencia de visado no entrará en práctica el 1 de abril, tal y como establece la normativa europea. La Oficina de Información Diplomática ha corroborado que en estos casos la UE respeta los convenios bilaterales anteriores. Hasta el momento, sólo Alemania se ha puesto en contacto con Colombia para comunicarle la entrada en vigor de la medida y ya ha anunciado que comenzará a aplicarla en sus fronteras a partir del próximo 15 de abril. El embajador colombiano en España, Carlos Julio Ardila, ha lamentado la medida tomada por el Consejo de Ministros europeo. 'España siempre ha vetado esta medida, mostrando su solidaridad con Colombia, apoyándonos. Sin embargo, esta vez su oposición no hubiera servido de nada, por eso se ha abstenido', afirma. En Colombia, y a pesar de lo definitivo del mandato europeo, se han anunciado protestas. Manuel Ramiro Velásquez, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso andino, afirmaba esta semana en la prensa colombiana que promovería 'a nivel diplomático y parlamentario, con los embajadores de los países miembros de la UE en Colombia, la manera de concretar una revisión a la medida de la exigencia del visado'.

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