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Entrevista:SHLOMO BEN AMI | EX MINISTRO ISRAELÍ DE EXTERIORES

'No estoy en el Gobierno de Sharon por decencia'

Shlomo Ben Ami, de 57 años, ha pasado a la oposición. El ministro de Seguridad Interior y Exteriores en el Gobierno anterior, de Ehud Barak, ha decidido no colaborar con el Gabinete de unidad nacional encabezado por el radical Ariel Sharon, como lo han hecho algunos de los más conocidos compañeros del Partido Laborista. Aparentemente ha optado por el ostracismo, pero en realidad lo que ha hecho es mantenerse fiel a los compromisos defendidos durante su permanencia en el Ejecutivo de Barak.

El profesor Shlomo Ben Ami se ha fijado en este paréntesis en su vida oficial una doble tarea titánica: investigar soluciones y propuestas en el proceso de paz con los palestinos y 'refundar' el Partido Laborista, ahora sumido en una grave crisis. Hoy, el ex ministro estará en Barcelona, donde presentará una nueva edición de su libro Israel, entre la guerra y la paz, publicado por primera vez en 1999.

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Pregunta. ¿Por qué no está en el nuevo Gobierno de unidad nacional con el partido Likud y con el ex general Ariel Sharon a la cabeza?

Respuesta. Por decencia democrática no estoy en el Gobierno de Sharon. Hay que permitir que el péndulo democrático funcione. La alternancia. No se puede estar defendiendo una línea determinada y 24 horas más tarde apoyar la contraria. No es correcto en el ámbito político, pero además tenemos la obligación de continuar representando y defendiendo una parte de ciudadanos nada despreciable, el 40%, que votó a favor de Barak en las últimas elecciones. No se puede estar siempre en la cresta de la ola.

P. ¿Qué critica hace a los compañeros del Partido Laborista que han asumido esta colaboración en el nuevo Gobierno de Sharon?

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R. Para empezar, les deseo mucha suerte. Pero, una vez dicho esto, creo que su actitud es reflejo de un elitismo. Dicen que participan en el Gobierno de unidad nacional porque la derecha es irresponsable y que están allí para tratar de corregir sus presuntos errores. Pero no se dan cuenta de que el electorado les ha declarado a ellos irresponsables políticamente y no a la derecha. Pero, además, se han comportado como 'mercenarios'. Y no sólo esto, han corrido a buscar precipitadamente puestos comprometidos en el Gobierno: Exteriores o Defensa. No es decente.

P. Mirando hacia atrás, ¿qué se hizo de importante en el Gobierno de Barak?

R. Punto número uno, se supo salir del sur de Líbano. Pero además hicimos algo fundamental, educamos a la población para que mañana apoye la paz con los palestinos. Practicamos un tratamiento de choque con numerosos problemas de los que no se había hablado antes. Supimos poner encima de la mesa cuestiones como la división de Jerusalén, los asentamientos, los refugiados o las fronteras.

P. ¿Y qué es lo que falló?

R. Nos falló el tiempo. Fuimos a Taba en el límite del tiempo, en una situación prácticamente de ilegitimidad, a discutir una propuesta nueva y válida, que sustituía a los Acuerdos de Oslo, ya agotados. Lo mismo le sucedió al presidente Bill Clinton, al que se le agotaba el mandato y que acabó por no estar presente en estas últimas negociaciones.

P. La gente opina que Barak es el gran responsable del fracaso del Gobierno laborista. ¿Aunque me imagino que tuvo también alguna cualidad?

R. Desde luego. Para empezar, sabía cómo manejar las deliberaciones internas en el Gabinete. Era, además, capaz de tomar decisiones difíciles en momentos delicados. Y, contra lo que se dice, era un hombre que sabía consultar; era un 'consultador' obsesivo. Sabía escuchar y dialogar. Tampoco se puede decir que tomara las decisiones en solitario. Su gran problema es que no era mediático; algo imprescindible en este momento.

P. ¿Cree usted que Barak es ya un cadáver político?

R. En este país nunca se sabe. ¿Quién iba a pensar que Benjamín Netanyahu iba a resucitar, como lo ha hecho después de que perdiera las elecciones de 1999?

P. ¿Y Arafat, en que situación ha quedado?

R. Perdió una gran oportunidad no aceptando la propuesta de Bill Clinton, planteada en Taba. Pero Arafat se encuentra en una situación comprometida. Se ha convertido en el reflejo mitológico de la voluntad del pueblo palestino y ha dejado de ser un líder capaz de imponer soluciones históricas a pesar del peligro de las divisiones internas, como lo fueron Hussein de Jordania, Anuar el Sadat en Egipto o Isaac Rabin en Israel. Arafat aspira a poder llegar a un consenso con todas las familias políticas para tomar una decisión. Y esto no se producirá nunca.

P. ¿Y qué pasará ahora con el proceso de paz?

R. Pase lo que pase, inevitablemente acabará desembocando en la propuesta de Bill Clinton. Es lo máximo que puede ofrecer Israel.

P. ¿Y con la Intifada?

R. Sin apertura política no será posible acabar con la Intifada. Si no hay este gesto el futuro es claro: 'Más de lo mismo'. El Gobierno laborista de Barak hizo todo lo que se podía hacer. No se puede subir el nivel. ¿Qué otra cosa pueden hacer desde el punto de vista militar que no hicimos ya?

P. ¿No se siente responsable por algunas de los excesos cometidos desde el Gobierno en la represión de los palestinos?

R. No quiero entrar en este tema. Pero le diré que la Intifada no la empezamos nosotros. La Intifada se estaba preparando mucho antes.

Ben Ami, en el acto de su despedida como ministro el pasado día 6.
Ben Ami, en el acto de su despedida como ministro el pasado día 6.REUTERS

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