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Sharon sitúa el diálogo con los palestinos en la última de sus prioridades

Al Fatah desafía al nuevo Gobierno israelí

Al Fatah adoptó la decisión de intensificar la Intifada pocas horas después de que el nuevo primer ministro, Sharon, en la primera reunión del Ejecutivo, reiterara punto por punto su política de puño de hierro contra la revuelta palestina y repitiera a sus ministros los objetivos programáticos enunciados la pasada semana ante el Parlamento: restaurar la seguridad nacional; poner fin a la violencia callejera; evitar la internacionalización del conflicto; frenar el deterioro social en los territorios ocupados; no aplicar, en la medida de lo posible, los castigos colectivos y, en último lugar, dejar abierta la puerta a unas eventuales negociaciones con la Autoridad Palestina de Yasir Arafat una vez restablecida la calma.

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El programa, tal y como fue enunciado por Sharon ante el Gabinete, y que sitúa en último lugar de sus prioridades el restablecimiento del diálogo con Arafat, no sólo provocó la ira palestina, sino también la primera escaramuza política en el Gobierno de unidad nacional. Los sectores ultranacionalistas y de extrema derecha, partidarios de la línea dura, chocaron con la llamada ala pacifista, que reclama el levantamiento inmediato del bloqueo de las ciudades palestinas, como gesto de buena voluntad, y la reapertura inmediata de las negociaciones con la Autoridad Palestina.

A medio camino entre ambos sectores, el general Sharon acordó ayer compaginar las medidas de apaciguamiento con las de firmeza: decretó el levantamiento parcial del asedio impuesto desde hace meses contra cuatro ciudades palestinas, (Tulkarem, Kalkiya, Belén y Hebrón), y decidió mantener la presión militar sobre los pueblos próximos a Jerusalén y Ramala, donde se encuentran bloqueados e incomunicados más de 40 núcleos urbanos, con más de 60.000 vecinos afectados.

Miles de jóvenes palestinos reaccionaron de inmediato al llamamiento de Al Fatah. La respuesta fue contundente en los alrededores de Ramala, donde, después de varias semanas de relativa calma, se produjeron ayer manifestaciones y numerosos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes tras un intento casi suicida de los palestinos por romper el bloqueo y reabrir las principales rutas de acceso. En esta zona de Cisjordania, los incidentes se saldaron con un palestino muerto y más de una veintena de heridos.

La ofensiva palestina ha abierto de nuevo el camino de las movilizaciones populares y masivas que caracterizaron los primeros meses de esta segunda Intifada, pero que fueron relegados poco a poco en favor del combate de guerrillas clandestinas y acciones armadas concretas.

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Las fuerzas de Al Fatah parecen, sin embargo, esta vez más decididas y preparadas que antes. Han constituido en los pueblos asediados por el Ejército israelí (con el apoyo de las fuerzas nacionalistas y fundamentalistas Hamás y Yihad Islámica, contrarias al plan de paz) comités de solidaridad con los combatientes y redes de protección para garantizar la continuidad de la revuelta y han pedido a la Administración autónoma su apoyo total y absoluto.

'Es la guerra de Sharon contra el pueblo palestino; es una guerra racista de ocupación, contra la que estamos dispuestos a luchar, porque no tenemos nada que perder y tenemos que ganar la libertad', aseguró el ministro de Información palestino, Yasir Abed Rabbo. El propio Arafat, que atacó ayer de nuevo la política del Gobierno de Israel, exigió a Sharon una decisión clara para poner 'fin a la escalada antes de que sea demasiado tarde'.

Protesta universitaria contra el bloqueo a las ciudades palestinas y la ayuda militar de EE UU a Israel, ayer en Ramala.
Protesta universitaria contra el bloqueo a las ciudades palestinas y la ayuda militar de EE UU a Israel, ayer en Ramala.AP

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