Una antigua y continua lucha contra el pueblo ruso
La historia de los chechenos es, en gran medida, la historia de su lucha contra los rusos. Pueblo guerrero, los chechenos se resistieron enconadamente a las tropas zaristas en el siglo XIX, y aunque Rusia los conquistó no pudo erradicar su espíritu rebelde. El régimen comunista de Stalin optó por desterrarlos en 1944 a las estepas de Kazajstán y sólo pudieron regresar en 1956. A la primera oportunidad que se les presentó, cuando Dzhojar Dudáyev fue elegido presidente de la pequeña república norcaucásica en 1991, Chechenia se declaró independiente.
Durante tres años, Chechenia fue independiente de facto y el Kremlin no hizo nada para cambiar esa situación. Pero a fines de 1994, el entonces presidente Borís Yeltsin se dejó convencer por los generales, que le aseguraban que conquistar Chechenia no sería más que un paseo para el Ejército, y envió a los soldados a la república separatista.
En aquella guerra, David derrotó a Goliat: en 1996, Rusia firmó un acuerdo con Chechenia por el que retiraba a sus tropas y congelaba el problema del estatus de la república -es decir, su independencia- por cinco años. Pero en 1999, el Ejército ruso volvió a entrar en Chechenia y vengó su anterior humillación. De pretexto sirvió la incursión a la vecina Daguestán de un grupo de musulmanes extremistas liderados por Shamil Basáyev, que pretendía instaurar un Estado islámico. Además, el Kremlin acusó a los chechenos de haber organizado la serie de explosiones que hicieron volar casas enteras en Moscú y otras ciudades y costaron la vida a unas 300 personas.
Hace ya un año que los rusos controlan todas las localidades chechenas, pero no han podido terminar con la resistencia de los separatistas, que han optado por la guerra de guerrillas. Tampoco han podido capturar a los principales líderes chechenos, como el presidente Aslán Masjádov o Basáyev.
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