Un atentado causa 34 muertos en una república rusa próxima a Chechenia
12 niños y 19 militares rusos figuran entre las víctimas del ataque en la región del Cáucaso
El terrorismo desafió ayer brutalmente al presidente de Rusia, Vladímir Putin, con una potente explosión en la ciudad de Kaspíisk, en la república caucásica de Daguestán (fronteriza con el territorio secesionista de Chechenia). El atentado costó la vida a un mínimo de 34 personas, entre ellas 12 niños y 19 militares, e hirió a otras 150, muchas de gravedad. La mortífera detonación de un artefacto activado a distancia se produjo a las 9.40 (tres horas menos en la España peninsular), en pleno desfile conmemorativo del 57º aniversario de la victoria sobre el nazismo.
El 9 de mayo o Día de la Victoria es una de las grandes fiestas nacionales de Rusia y la que despierta emociones más intensas en sus ciudadanos, que en esta fecha recuerdan a los millones de soviéticos perecidos en la contienda contra Hitler. Como el resto de Rusia, Kaspíisk, una ciudad satélite de Majachkalá, la capital de Daguestán, celebraba el día con un desfile matutino en el que además de tropas de infantería de Marina y unidades del Ejército, participaban veteranos de la Segunda Guerra Mundial con sus medallas prendidas en el pecho.
Cuando el cortejo se adentraba por la calle Lenin, una carga explosiva, enterrada en un parterre, hizo saltar por los aires a la comitiva y a sus espectadores. La fiesta se transformó en una carnicería. Desparramados sobre la calzada, inmersos en un gran charco de sangre, entre los tambores y relucientes trombones de los músicos, quedaron restos humanos, botas destrozadas y las flores que la multitud iba a depositar en el cementerio en memoria de los viejos caídos. Una enfermera participante en las operaciones de rescate, entrevistada en la televisión, estaba desbordada por los heridos 'sin piernas' y con los 'miembros destrozados' que había ayudado a llevar al hospital. Muchos de ellos estaban extremadamente graves. Según el Ministerio del Interior, la explosión equivalió a una carga de tres a cinco kilos de trilita, y la carga, según los servicios de Seguridad en Daguestán, había sido trufada con elementos metálicos para reforzar su capacidad destructiva.
Mientras Kaspíisk se convertía en un infierno, el presidente Vladímir Putin contemplaba el desfile del 9 de mayo en la plaza Roja de Moscú. 'La lucha común contra el terrorismo debe ser tan resuelta como la lucha contra el nazismo', dijo Putin, en su saludo a la comitiva que desfiló frente al Kremlin. El presidente calificó el terrorismo como la amenaza más importante de la actualidad y señaló que 'ni siquiera los países más ricos y de más firmes tradiciones democráticas están a salvo de ella'.
Tras el desfile, Putin se encaminó a su despacho, donde mantuvo una reunión de urgencia con los responsables de los cuerpos de seguridad. La televisión mostró al presidente cuando éste, como si estuviera dirigiéndose a sí mismo, afirmaba que las emociones provocadas por el atentado no debían impedir 'una investigación completa del crimen'. Después, en una recepción en el Kremlin, Putin afirmó el derecho a perseguir a los terroristas como a los nazis. Ambos fenómenos 'son igualmente peligrosos, igualmente inhumanos e igualmente sangrientos', dijo.
'Los asesinos deben saber que inevitablemente les llegará la venganza legal e inexorable', escribía el ministro de Defensa, Serguéi Ivanov, en un telegrama de pésame a las familias de los militares que perecieron en el atentado. A Kaspíisk llegaron ayer mismo el director del Servicio Federal de Seguridad, Nikolái Pátrushev, al que Putin nombró jefe del grupo investigador del acto terrorista, y el representante regional del presidente Vìktor Kazántsev.
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