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LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO
Columna
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Malas opciones

Emilio Lamo de Espinosa

Es evidente que el próximo 13 de mayo nos jugamos mucho más que la simple alternancia en el Gobierno de Euskadi. La apuesta del PNV es ya muy clara: paz por soberanía. De modo que una nueva victoria del nacionalismo, por pírrica que sea, reafirmará su legitimidad soberanista y desatará, con toda seguridad, lo que se lleva gestando desde hace dos décadas: una revolución nacionalista y secesionista que, aunque pueda comenzar por los caminos de la desobediencia civil y el pacifismo peneuvista, acabará transformada por ETA y sus jóvenes delirantes en la ulsterización real o, peor aún, en una guerra civil larvada. Por fortuna no estamos acostumbrados a confrontar ese tipo de escenarios pero ya va siendo hora de que le miremos a los ojos al monstruo. Y aunque ese escenario, posible si no probable, no va a desestabilizar la democracia española, sí que producirá a buen seguro la forzosa utilización por el Gobierno de medidas constitucionales extraordinarias generando importantes desgarros en la opinión pública de toda España.

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Pues tampoco el triunfo de los estatutistas será un lecho de rosas. Cierto que desde Vitoria se puede comenzar a desmontar el perverso entramado del MLNV, que financiado en parte con fondos públicos que se drenan por mil vericuetos implica que éste cuente hoy con un ejército (y policía) alternativos, una fiscalidad propia, un sistema educativo de adoctrinación de jóvenes, un mecanismo de reclutamiento y adiestramiento, sus medios de comunicación, e incluso espacios públicos (ciudades, barrios) liberados. Hoy en Euskadi ETA es casi tan Estado como el Estado mismo (¡con la complicidad del Estado!). El Gobierno de Vitoria pondría en manos de la democracia instrumentos legales de lucha de que Madrid no dispone. Pero desmontar esa segunda sociedad paralela que, como un cáncer, se ha extendido por Euskadi, no será ni fácil ni rápido.

Por ello, se engañan quienes desean creer que una victoria nacionalista acerca el diálogo y, con él, la paz. Los tiempos en que eso pudo ocurrir ya pasaron, no hay opciones buenas y se trata de elegir entre lo malo y lo peor. El dilema no es paz o enfrentamiento, el dilema es de qué lado va a ponerse el elector en un enfrentamiento que es ya inevitable. Pues ni ETA va a ceder en la provechosa política de chantaje a los vascos que tanto éxito le ha generado, ni el PNV tiene marcha atrás si gana con los votos de EH, ni el Gobierno puede permitir que el asesinato, el chantaje, la amenaza y el miedo continúen dominando el alma, las palabras y las conductas de los ciudadanos de esa maltrecha tierra.

Qué duda cabe de que el responsable de ese escenario angustioso es ETA. Pero tras ella, el PNV. Que un partido supuestamente democrático y que gobierna un Estado federado pacte con los asesinos de la oposición (y mantenga el pacto a pesar de reiterados asesinatos) es a todas luces una traición de Estado. El 13 de mayo sabremos si pagan el precio de esa traición o la consuman arrastrando tras ella a los vascos a una secesión, no sólo de España (o Francia), sino de toda la Unión Europea y, por ende, del concierto de las sociedades democráticas, haciendo de Euskadi el paria de Europa.

Es cierto que el PNV no es ETA, y nuestros discursos deben hilar fino. Como tampoco los votantes nacionalistas son la cúpula del PNV, y aquí sí que debemos trazar líneas claras. No sobrará -en absoluto- que el PSOE al menos recuerde que la Constitución define España como una nación en la que caben múltiples lealtades; que el PP recuerde que fue Aznar quien aludió en su discurso de investidura a una 'nación plural', y que el mismo Rey reiteró esa misma idea. Pues ese discurso (¡y no el contrario!), no sólo se ajusta a la sensibilidad mayoritaria de los vascos sino que además desestabiliza el flanco derecha del PNV forzando a Arzalluz a moverse al centro; justo lo que no desea hacer.

En España caben los nacionalistas, faltaría más. Pero no de la mano de asesinos. Por ello Euskadi, lamentablemente, tiene que votar de qué lado del enfrentamiento desea ponerse: con los asesinos o con los asesinados, con los chantajistas o los chanteajeados, con la democracia o con el totalitarismo, con Europa o con los talibanes. Hace ya tiempo que el PNV cegó irresponsablemente cualquier tercera vía.

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