'Aspiramos a otra clase de globalización'
Ignasi Carreras (Barcelona 1957), ingeniero industrial, es dierector de una ONG que nació en 1956 y ahora adopta un nuevo nombre: Intermón Oxfam, como símbolo de su pertenencia a una de las más importantes redes mundiales de cooperación, Oxfam, una confederación de 11 organizaciones, cuenta con 1,5 millones de socios, un presupuesto de 80.000 millones de pesetas y trabaja en desarrollo y emergencias en 112 países.
Pregunta. ¿Quién dio el primer paso?
Respuesta. La primera Oxfam nació en 1942 en el Reino Unido, para atender a los refugiados griegos de la invasión nazi. Esa tradición sigue: cuando se produce una crisis o una catástrofe, siempre hay una Oxfam trabajando allí. El 1995 se constituyó el grupo Oxfam Internacional, y nuestras coincidencias llevaron a la integración en 1997. Todas las Oxfam mantenemos la independencia, pero trabajamos en común por la erradicación de la pobreza y a su condición inseparable, los derechos sociales y económicos de las personas.
P. ¿A qué le suena la palabra globalización?
R. La globalización es un hecho. Pero hay que confrontar el modelo actual con la globalización que debería existir. Aspiramos a otra clase de globalización. Creemos que puede ser equitativa. Lo que se ha impuesto sólo favorece a los que más tienen, y busca más el beneficio a corto plazo que los derechos humanos. En los años 90, hemos producido 250 millones de pobres más. Y, mientras, la ayuda oficial al desarrollo ha bajado un 0,35% en la OCDE y en España se ha estancado en un 0,23%.
P. ¿Qué receta aplicar?
R. Lo que denunciamos, lo dicen también los poderosos en el G-8, en Davos... Pero ellos creen que todo mejorará conel tiempo, con oportunos ajustes. Estamos convencidos de que la presión política es una tarea irrenunciable de las ONG. No sólo sobre los Gobiernos, sino sobre instituciones como el Banco Mundial o el Foro Monetario Internacional, y sobre las multinacionales.
P. Por eso Oxfam hace campaña para reformar el mercado farmacéutico en beneficio del acceso de los países pobres a medicamentos esenciales más baratos.
R. Hay que confrontar a las grandes empresas con la realidad. No quedarnos en la denuncia, sino cambiar el sistema de patentes y las reglas de juego de la Organización Mundial del Comercio (OMC). De ahí que la colaboración entre ONG sea absolutamente necesaria: nosotros trabajamos en diversas campañas con Médicos Sin Fronteras, con Amnistía Internacional, con Greenpeace, y estamos abiertos a hacerlo con Cáritas o Cruz Roja. Hay que plantear grandes temas.
P. Intermón, y Oxfam, han defendido últimamente con especial interés la educación básica como forma de quebrar el círculo vicioso de la pobreza. ¿Es una batalla que va a ganarse?
R. La ONU ha marcado 2015 como fecha para una educación básica universal. Ahora mismo no hay programa de ayuda oficial que no marque como algo prioritario la educación. Pero no somos optimistas, porque los recursos que se destinan son pocos. Las batallas por el desarrollo están relacionadas y no son ajenas a los derechos.
Por eso Intermón Oxfam define como objetivos de cambio estratégicos varios derechos: a medios de vida sostenibles, a servicios sociales básicos, a la vida y la seguridad, a la ciudadanía social y política, a una identidad, y a una cultura de la solidaridad. Queremos seguir siendo una organización que tiene presente el sufrimiento de la gente, una organización con pasión, capaz de combinar solidaridad y justicia.
P. En España, ¿le parece un buen instrumento el Plan Director de Cooperación?
R. Nos sentimos muy distantes de él, no sólo por la escasez presupuestaria, sino porque potencia más los intereses económicos que los valores. Hay un cierto desaliento entre las ONG porque lo que se nos prometió en época de elecciones no se ha cumplido. Pero somos conscientes de que el PP tiene mayoría absoluta. Y también es cierto que el sistema propuesto por el Gobierno para abordar las subvenciones a las ONG implica una mayor racionalidad.
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