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Reportaje:

El terremoto regional del Plan Colombia

Ecuador, Venezuela y Brasil empiezan a notar los efectos colaterales de la propuesta de EE UU de lucha contra la droga

La inseguridad que padece Colombia, como resultado de la violencia que ejercen guerrilleros, narcotraficantes y paramilitares de ultraderecha, empieza a contagiarse a algunos países vecinos. Regionalizar el problema, o mejor dicho el conflicto, es uno de los propósitos de la política de la nueva Administración estadounidense para América Latina. El llamado Plan Colombia, puesto en pie por el Gobierno del presidente Andrés Pastrana con dinero de Estados Unidos (1.300 millones de dólares) para la lucha antinarcóticos, hace sentir sus primeros efectos en Ecuador.

La frontera con Colombia ha servido durante años de santuario de la guerrilla y de ruta de abastecimiento de pertrechos militares y contrabando de ingredientes para la producción de cocaína. Patrullas de la Brigada de Selva Napo descubrieron en fecha reciente en la región de Sucumbíos, en el límite con Colombia, tres bases que eran utilizadas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). 'Es un secreto a voces que las FARC han usado durante mucho tiempo la zona fronteriza del norte de Ecuador, como Lago Agrio, para descanso y avituallamiento. Eso no cambiará con o sin Plan Colombia', admite Scott M. Rauland, consejero de prensa de la Embajada de Estados Unidos en Quito.

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Los defensores del Plan Colombia sostienen que no cabe diferenciar narcotráfico y guerrilla, ya que ambos están entrelazados. De ahí el término narcoguerrilla. Peligroso maniqueísmo, opina Ricardo Soberón, experto en políticas de seguridad y drogas y representante en Perú de Acción Andina. 'No se debe confundir narcotráfico y guerrilla', dice. 'Para vencer a la guerrilla hay que quitarle la base social. En el valle del río Putumayo, la base social de la guerrilla colombiana son los pisadores de coca, los cultivadores de coca y todo el entorno social del narcotráfico. Quienes pretenden que mediante la fumigación química o biológica van a generar condiciones para vencer a la guerrilla, están errados. Creo que el Departamento de Defensa de EE UU y la CIA se equivocan', advierte Soberón.

Quienes rechazan el Plan Colombia sostienen que la intención de regionalizar el conflicto colombiano, esto es, involucrar a diferentes países de la región, tendrá como efecto inmediato un aumento de la acción de los grupos insurgentes. Y Ecuador es el país más vulnerable, según la opinión mayoritaria de las fuentes consultadas.

El primer afectado ha sido el comercio fronterizo. Los intermediarios que pasaban de lunes a viernes a los campos cocaleros han sido desplazados, y la actividad de aquellos que venían de Cali y del interior de Colombia por turismo o comercio ha sido liquidada. En Carchi, en la zona fronteriza de Tufiño, se extiende la práctica del boleteo (impuesto de guerra bajo amenaza de secuestro o de muerte), establecida por guerrilleros y paramilitares colombianos. Al anochecer, la violencia se cobra sus víctimas en ajustes, asaltos, robos y secuestros. Todo ello, en una zona donde el desempleo oscila entre el 30% y el 40%. El segundo impacto ha afectado a los pequeños y medianos productores de cereales, frijoles y guisantes. Además, la mayor fuente de ingresos de Ecuador está en peligro, ya que es casi imposible garantizar la protección del oleoducto que transita desde la selva oriental a la costa. Ha habido varios atentados sospechosos contra instalaciones del oleoducto.

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El Plan Colombia tiene sus orígenes en 1998, en el curso de la primera visita del presidente Pastrana a EE UU. Pastrana presentó un plan de cuatro ejes para salir del callejón sin salida en que se halla su país: apoyo a iniciativas de paz, negociación, reforma política y seguridad ciudadana. Se trata de un plan económico para transformar cultivos de coca en cultivos productivos. Empezó a fines de diciembre con las fumigaciones, y ahora están a punto de empezar los programas de infraestructura. El problema es que el alto índice de violencia dificulta en extremo la puesta en marcha de programas civiles de desarrollo.

En el terreno militar, el plan implica la preparación de dos batallones antinarcóticos del Ejército colombiano, 63 helicópteros Black Hawk y Huey y el suministro de espionaje móvil sobre los movimientos de las FARC. En una segunda fase entrarían en acción contingentes de la alianza de países limítrofes, lo que genera inquietud en las Fuerzas Armadas de Ecuador, que carecen de voluntad de lucha porque, en definitiva, no se trata de un problema ecuatoriano. La tecnología y los medios aéreos, ya en acción, son, por supuesto, de EE UU.

El 12 de noviembre de 1999, el entonces presidente ecuatoriano Jamil Mahuad y su ministro de Defensa, general Gallardo, firmaron un acuerdo que no fue discutido en el pleno del Congreso ecuatoriano, que permite el uso de la base militar de Manta por la Fuerzas Aérea de EE UU para 'operaciones aéreas de detección, seguimiento, rastreo y control de actividades ilegales y tráfico de narcóticos', con una duración de 10 años. Grupos de derechos humanos presentaron un recurso de inconstitucionalidad contra el tratado, que fue rechazado por el Tribunal Constitucional. 'El resultado es que hoy estamos comprometidos hasta el cuello', dice el general René Yandún, prefecto del Carchi.

El año pasado, EE UU tuvo que abandonar el Canal de Panamá, en cumplimiento del acuerdo Torrijos-Carter, que establecía la salida de las fuerzas militares estadounidenses en el año 2000. Con ello, los 1.300 efectivos instalados en cuatro bases tenían que desplazarse a otro lugar. 'El interés estratégico de Manta aumenta después de nuestra salida de Panamá', admite Rauland. 'Cuando el general [Colin] Powell dice que quiere regionalizar el problema, lo que quiere es encontrar soluciones para prevenir siembras de coca en otros países; por ejemplo, Ecuador. Porque si el programa en Colombia tiene éxito, pueden desplazarse a Ecuador para sembrar coca. Ya está pasando', advierte el portavoz de la embajada norteamericana.

'Con el Plan Colombia se cierra la puerta al diálogo. No ha intervenido la ONU ni se ha implicado a la comunidad internacional en una salida negociada', lamenta Soberón. Según el representante peruano de Acción Andina, el Plan Colombia 'es una redefinición de la seguridad hemisférica americana, en la cual se deja de lado el TIAR [Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca] para proponernos un nuevo sistema en el que EE UU ya no desearía intervenir militarmente de forma directa. Ahora se trata de crear anillos de seguridad preventivos, para generar colectividades hemisféricas en torno a problemas concretos, como drogas, emigrantes, problemas ambientales o el conflicto colombiano'.

El ex presidente peruano Alberto Fujimori cumplió un papel en este proceso, en la creación de ese anillo de seguridad. En la época de Fujimori se adoptaron medidas muy concretas no tan sonoras como las ecuatorianas. La base fluvial de Nanay, en Iquitos, es un paso importante, con dinero norteamericano. Dispone de mecanismos antidrogas a lo largo de todo el río Putumayo, que separa a Colombia de Ecuador y de Perú.

Los observadores estiman que el Plan Colombia incidirá negativamente en el diferendo limítrofe con Venezuela por el golfo de Maracaibo. La escalada armamentista colombiana preocupa al presidente venezolano, Hugo Chávez, quien, a su vez, despierta enorme recelo en la Administración estadounidense. Por su parte, el gran vecino suroriental, Brasil, se ha caracterizado por practicar una política tradicional de no injerencia en asuntos internos de terceros países, incluido el caso Colombia. Hasta que el año pasado empezaron los incidentes de irregulares colombianos en territorio brasileño. Los militares alertaron al presidente, Fernando Henrique Cardoso, y exigieron mayor presencia en la cuenca amazónica. La Operación Cobra de fuerzas colombianas y brasileñas y el sistema de vigilancia amazónica (24 radares) han sido los primeros resultados.

La coordinación entre los países de la región tiene varios exponentes en ejercicios conjuntos y cursos de entrenamiento para operar bajo un mando unificado. Militares extranjeros operan en la base de Nanay (Amazonia peruana); en el Coca funciona la escuela de combate de selva ecuatoriana, donde hay militares peruanos; y la estructura militar boliviana en el Chapare tiene componentes brasileños.

El fallido 'modelo' peruano

El flujo de refugiados por los efectos del Plan Colombia difícilmente llegará a Perú, porque el manto verde de la Amazonia lo impide; van a ir, sobre todo, a Ecuador y a Venezuela. Pero Perú sí va a sufrir las consecuencias del regreso al narcotráfico, y ya hay algunos indicios. Después de una crisis en los precios de hoja de coca y de pasta básica entre 1994 y 1996, debido a los cambios internacionales del mercado, las mafias peruanas se reconvirtieron entre 1996 y 1998, reduciendo la extensión de las plantaciones y empezando a producir clorhidrato (cocaína) de altísima calidad, a precio más bajo que el colombiano y sacando la droga por vía marítima desde los puertos peruanos hacia Europa y EE UU. 'La Administración Clinton necesitaba presentar a los republicanos resultados en su estrategia antidrogas. Perú era el modelo escogido. Y aprovechó la reducción de cultivos por obra del mercado internacional para atribuirle el éxito a Fujimori, a lo que hay que añadir la derrota de Sendero Luminoso', apunta Ricardo Soberón. Hoy, Fujimori está en Japón y su asesor y responsable de la lucha contra el narcotráfico, Vladimiro Montesinos, se encuentra huido, tras comprobarse que dirigía una red mafiosa gigantesca, que incluía el control de los principales capos de la droga, con el presumible conocimiento de la CIA. Para Soberón, 'el asunto drogas es la llave en la relación bilateral Perú-Estados Unidos'. Por eso es vital para Washington tener a Perú dispuesto a colaborar en planes hemisféricos. Sobre todo cuando en la nueva geopolítica regional hay un eje que se está fortaleciendo, el eje Caracas-Brasilia, un eje que comparte intereses geopolíticos sobre la Amazonia, económicos en el petróleo y el gas, y diplomáticos en relación a Estados Unidos. Brasilia y Caracas comparten la no injerencia en asuntos internos de otros países y la equidad y equilibrio en las relaciones con el vecino del norte, cosas que no necesariamente comparte Washington. Frente a eso, EE UU pretende poner en pie un eje Lima-Quito-La Paz, que sea neutral frente a Colombia y frente al eje más izquierdoso Cardoso-Chávez.

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