Lógico
A la pregunta de por qué los militares argentinos torturaron, mataron e hicieron desaparecer los cadáveres de sus víctimas, el general Videla nos ha dado una lección de racionalidad que no tiene precio. ¿Por qué iba a ser?, dice, pues porque estaba prohibido fusilar. Si la sociedad argentina hubiera estado dispuesta a soportar ejecuciones en masa, los militares no se habrían visto obligados a hacerlo en la clandestinidad. Es como preguntar a un violador por qué viola a escondidas. Porque está perseguido, hombre de Dios. Si se pudiera hacer a la luz del día, los violadores no tendrían que trabajar a oscuras. Parece de sentido común. Lo increíble es que no se nos hubiera ocurrido antes. La lógica castrense o castrante de Videla tiene la precisión de un bisturí. Oyéndole expresarse comprende uno que llegara tan alto.
Frente al estupor de quienes le escuchan, el militar argentino insiste con paciencia en que no había otra manera de hacerlo. Es evidente que no había otra manera, por favor. Si la misma lógica lo dice. Lo que le ocurre a la sociedad civil es que se deja llevar por las emociones y no aplica el juicio. Pongamos que a usted le apetece atracar un supermercado y arrancarle las piernas y los brazos y los párpados a los bebés que en el instante del atraco se encuentren en el establecimiento. ¿Acaso la sociedad toleraría esa acción? ¿Permitirían los familiares de los niños que usted los desmembrase sin oponer resistencia? No es probable, por lo que en buena lógica a usted no le dejan otro camino que actuar a la fuerza.
¿Y qué tontería es ésa de dar a conocer las listas de los desaparecidos?, añade el general psicópata con una lucidez estremecedora. ¿Para que los familiares empiecen a preguntar quién mató, cómo, dónde? La verdad es que este hombre, o lo que sea, razona de un modo portentoso. Se mueve entre los silogismos con la misma naturalidad que entre los cadáveres despiezados, asegurando que se puede violar y comulgar a diario sin problemas porque la Iglesia y el Estado nos exigen deberes diferentes. Está más claro que el agua. A la Iglesia tampoco se le ha ocurrido excomulgarle, porque eso sería meterse en política.
Lógico.
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