_
_
_
_
_

Cama y desayuno por 2.000 pesetas

Los albergues son punto de encuentro de 'mochileros', pero su bajo precio atrae a nuevos clientes

'Conocer gente de todas partes'. Éste es uno de los principales atractivos que ofrecen los albergues y que hacen que multitud de turistas opten por este tipo de alojamiento. Sebastián lleva casi un mes dando vueltas por toda España y hace dos días llegó a Barcelona. Este argentino de 18 años no duda un instante a la hora de decidir dónde alojarse. 'El albergue me da la oportunidad de conocer a jóvenes de todos los rincones del mundo y hacer amigos'. Y así lleva casi 30 días de albergue en albergue, compartiendo habitación con jóvenes de Estados Unidos, Australia, Canadá, Francia y un sinfín de otros países europeos. 'Estoy a punto de comprarme una agenda nueva', comenta. En algunos casos, los compañeros de albergue han pasado a serlo de de viaje y han continuado la ruta juntos.

Más información
Barcelona necesita crear cerca de 3.000 plazas hoteleras para jóvenes turistas extranjeros

Pero el contacto con otros jóvenes no es el único motivo de que los clientes de los albergues aumenten cada vez más. Por unas 2.000 pesetas, los albergues ofrecen cama, baño y -la mayoría- hasta desayuno. Precisamente el precio ha ayudado a que estos centros hayan abierto sus puertas a un tipo de usuario que hasta hace poco no era nada habitual.

El mochilero que va de un país a otro y que sólo permanece entre dos y cuatro noches en una misma ciudad continúa siendo el cliente por excelencia de los albergues. Sin embargo, empiezan a compartir sus habitaciones con gente mayor que lo único que busca es un alojamiento barato. Y también con otros jóvenes que simplemente están de vacaciones o que aterrizan en una ciudad para estudiar o en busca de trabajo y pasan los primeros días en un albergue únicamente por motivos económicos. Incluso optan por este alojamiento turistas de la tercera edad y familias enteras.

Pero aunque el perfil del alberguista está cambiando, su manera de funcionar sigue siendo la misma: convivir con gente desconocida, en un primer momento, y compartir un mismo espacio. Tener que abandonar las habitaciones pronto por la mañana y volver antes de una hora determinada por la noche. Comer fuera o cocinar uno mismo.

Ante esto, algunos de los que se estrenan en los albergues optan por abandonarlos después de la primera noche de estancia. Pero la norma general es que el cliente repita. 'Es cuestión de gustos', matiza Bron, una joven australiana que partió de su país en septiembre con el objetivo de 'conocer mundo' durante un año. Viaja sola.'Los amigos los encuentro en el albergue'. Estará en Barcelona hasta mañana y luego viajará hacia Francia. 'Con una mochila delante y otra detrás, como de costumbre'.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_