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Los secretos de las 'vacas locas'

Reino Unido: 90 muertos y un gasto de 1,2 billones

Isabel Ferrer

La crisis de las vacas locas, que se ha saldado en el Reino Unido con 90 muertos por la variante humana de la encefalopatía bovina, y la compleja búsqueda de la proteína infecciosa en múltiples laboratorios que analizan desde la leche de vacuno hasta el ganado lanar, ha saturado en cierto modo al consumidor británico. En estos momentos, las noticias sobre los casos registrados en otros países obtienen más eco que las cerca de 1.200 reses enfermas y sacrificadas todavía el pasado año en el territorio nacional.

Al aportar esta cifra, el Ministerio de Agricultura subraya que se trata de un 40% menos que en 1999. En otras palabras, la epidemia está desapareciendo de la cabaña bovina del Reino Unido, cifrada en 11,5 millones de cabezas. Su legado será más difícil de borrar. Con casi un centenar de fallecidos y una industria cárnica en ruinas, las cifras de vacas sacrificadas desde 1996 impresionan: 177.669 ejemplares infectados e incinerados, además de 4,8 millones de reses sanas y mayores de 30 meses destruidas.

La ruta a seguir con los restos de ambos tipos de animal es distinta. Las vacas infectadas son incineradas de inmediato en instalaciones especiales para ellas. El polvo restante, aprovechado antes para los piensos animales, es enterrado en silos designados por las autoridades y sellados para evitar cualquier filtración a los terrenos circundantes. El sebo y las harinas extraídas de la cremación de las reses mayores de 30 meses (unas 340.000 toneladas) son separados y almacenados en tanques apropiados y naves industriales, respectivamente, distribuidos por el Reino Unido.

Ninguno de estos productos puede ser exportado y el coste de su almacenamiento es muy alto. Todo el proceso de destrucción de las reses le ha supuesto al Gobierno británico un gasto de 560 millones de libras hasta la fecha. Compensar a los ganaderos ha sido más caro, con 1.470 millones de libras ya pagados en diciembre pasado de los que la UE reembolsa a Londres un 70%. Las familias de los 90 fallecidos también serán resarcidas. Una decisión tomada por el Ejecutivo laborista para evitar mostrarse insensible a su tragedia poco antes de que el informe Phillips sobre la crisis de las vacas locas criticara, en octubre pasado, las negligencias del anterior Gobierno conservador que permitieron una epidemia cuyas pérdidas totales rondan los 4.600 millones de libras (1,2 billones de pesetas).

Mientras los programas de identificación y destrucción de reses continúan su curso sin demasiadas alteraciones desde hace cinco años, la nueva Agencia para la Seguridad Alimentaria ha decidido analizar la leche de vaca para ver si contiene la proteína infecciosa capaz de transmitir la encefalopatía bovina a las personas.

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