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EL 'SÍNDROME DE LOS BALCANES'

La delegación de la ONU en Kosovo pide ayuda urgente a la OMS para medir el efecto del uranio

Jorge Marirrodriga

'De todas maneras, la misión de la OMS en Kosovo y el Departamento de Salud han realizado un estudio en los hospitales locales y han interrogado a los médicos, y la conclusión es que no ha habido un aumento de casos de leucemia entre los adultos durante los pasados cuatro años', afirmó Manuel, que confirmó que, a pesar de estos datos, la investigación prosigue. Kouchner también mantuvo una charla en la noche del domingo con el secretario general de la OTAN, George Robertson, para 'coordinar posiciones' sobre el asunto. Estaba previsto que anoche ambos políticos volvieran a conversar.

Manuel reconoció que ayer todavía no se había hecho ningún intento para aislar todas las áreas. La portavoz de Unmik justificó este hecho en 'la dificultad en localizar los lugares donde se han producido impactos con uranio empobrecido, la falta de información científica y la necesidad de recursos y tecnología necesarios para marcar y aislar las zonas de impacto'. Las autoridades yugoslavas no parecen haber tenido esas dificultades, y ya han localizado cinco lugares presuntamente contaminados. Las zonas están repartidas por Serbia y Montenegro.

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La polémica ha obligado a todas las ramas de la administración a asegurar que el asunto se ha tomado con seriedad, aunque las bromas son inevitables. 'Les voy a dar sus píldoras de uranio para hoy', señalaba Susan Manuel antes de pasar a informar sobre la marcha de las investigaciones. Más en serio, la policía internacional (formada por 1.500 oficiales de 38 naciones, entre ellas España) ha vuelto a recalcar que sus agentes no han resultado afectados. 'Ningún policía de la ONU ha resultado contagiado por el uranio en Kosovo, y no tengo noticia de que se vaya a realizar ningún tipo de análisis, ni a los policías internacionales, ni a los locales, ni a la población civil', subrayaba ayer el canadiense Derek Chappell, uno de los portavoces de la policía de la ONU en Kosovo.

Pero, a pesar de asegurar que no pasa nada y de que 'desde el primer momento' el asunto se abordó 'con extremada seriedad', Unmik y la fuerza militar internacional para Kosovo (Kfor) calificaron ayer de 'desalentadora tarea' la labor de identificar y limpiar los lugares contaminados por la munición con uranio. 'Determinaremos quién tiene la pericia y los recursos necesarios para ello', señaló ayer un portavoz.

Mientras, por primera vez desde que hace una semana surgió la noticia, la población kosovar ha sido informada por la prensa local de la existencia de un informe oficial de Naciones Unidas que revela la existencia de radiación por uranio en algunos puntos de la provincia. Eso sí, los periódicos repiten una y otra vez que los estudios de las muestras no estarán finalizados hasta el próximo 17 de enero. El Programa de la ONU para el Medio Ambiente ha puesto ese estudio de 8 de los 11 puntos analizados de los 112 en los que cayeron proyectiles con uranio empobrecido, en laboratorios de Suecia, Suiza, Reino Unido, Austria e Italia.

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Hasta ayer, periódicos y radios sólo se referían al tema para señalar que se trata de una conspiración eslava contra la intervención militar de la Alianza Atlántica en Kosovo. El líder albanosovar Ibrahim Rugova hace declaraciones un día sí y otro también en este sentido. 'No hay ni un solo caso de un civil que haya muerto por esta causa', declaraba ayer.

También ayer, los albanokosovares pudieron conocer que durante los ataques aéreos de la primavera de 1999 cayeron sobre Kosovo ocho toneladas de uranio empobrecido en los más de 30.000 proyectiles utilizados por la OTAN. A pesar de los datos, la incredulidad de la población es general. 'Es un montaje de los eslavos, sobre todo rusos y griegos', comentaba un parroquiano en un café. Cuando se le recordaba que los griegos no son eslavos y están en la Alianza Atlántica, contestaba con un rotundo 'yo sé lo que digo'.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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