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Un exasesor de Trump desgrana su estrategia para acabar la guerra en Ucrania: alto el fuego, disuasión y más aportación europea

Tras las conversaciones del presidente de EE UU con Putin y Zelenski, los representantes de Washington abordarán la situación con ucranios y europeos en la Conferencia de Seguridad de Múnich

El presidente estadounidense, Donald Trump, habla con los periodistas en el Despacho Oval, este miércoles.Foto: The Washington Post (GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV
Macarena Vidal Liy

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo ha dejado claro: quiere que termine la guerra en Ucrania y para conseguirlo lo antes posible, empezar a negociar ya. Las llamadas telefónicas del republicano este miércoles, las primeras oficiales en su segundo mandato con el presidente ruso, Vladímir Putin, y con el líder ucranio, Volodímir Zelenski, para acordar abrir conversaciones “de inmediato”, han supuesto el lanzamiento de su estrategia. Una estrategia que su antiguo enviado para Ucrania y exembajador ante la OTAN, Kurt Volker, describe como de tres pilares: cerrar un alto el fuego lo antes posible, establecer mecanismos de disuasión para que Rusia no ataque de nuevo en unos años y una aportación europea mucho mayor.

Para Trump, concluir el conflicto es una cuestión de interés personal. Si puede lograr pasos tangibles para resolverlo antes de que la guerra cumpla tres años, a finales de este mes, tanto mejor. Durante la campaña electoral prometió acabar con la contienda en cuanto llegara a la Casa Blanca, o incluso antes, durante los meses de transición presidencial, y obligar a negociar a Zelenski y a Putin. Ahora, tras el anuncio de las llamadas este miércoles, apunta en redes sociales que “hay una buena posibilidad de acabar esa guerra horrible y sangrienta”.

Las declaraciones del presidente estadounidense han causado satisfacción en Rusia. En Europa y Ucrania, preocupación por que el proceso de conversaciones vaya a dejar en un segundo plano a los aliados y a Kiev, después de tres años en los que el Gobierno del demócrata Joe Biden insistió siempre en incluir al país invadido en las decisiones.

El bloque europeo, y Zelenski, temen también un resultado muy favorable a Moscú: el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, declaró en Bruselas el miércoles que es “poco realista” pensar que Ucrania vaya a recuperar las fronteras previas a la ocupación de Crimea en 2014. También descartó desplegar tropas de EE UU en Ucrania tras la guerra, y ofrecer de momento a Kiev el ingreso en la OTAN. Todas ellas, posturas que Trump respaldó en declaraciones en el Despacho Oval, aunque el presidente matizó que Ucrania sí recuperará “parte” del 20% del territorio ocupado por Rusia. ¿Sería una victoria para Moscú? “Mire cómo está yendo la guerra y saque sus propias conclusiones”, respondía.

Pete Hegseth ofrece una rueda de prensa durante una reunión de ministros de Defensa de la OTAN, este jueves en Bruselas, Bélgica,
Pete Hegseth ofrece una rueda de prensa durante una reunión de ministros de Defensa de la OTAN, este jueves en Bruselas, Bélgica,Yves Herman (REUTERS)

Ucrania ponía de inmediato al aparente mal tiempo buena cara, y expresó su disposición a colaborar. “Zelenski sabe que necesita el apoyo militar de Estados Unidos para sobrevivir, y entiende que no va a recuperar su territorio por la vía militar, pero no puede reconocer la ocupación de Rusia y quiere intentar conseguir ese territorio por otros medios. Y el país se siente exhausto, necesita un descanso de la guerra. Así que esta iniciativa le cuadra”, sostiene Volker, enviado de Trump a Ucrania hasta 2019 y antiguo embajador de EE UU en la OTAN durante la presidencia de George W. Bush, en una conversación con este periódico. El exalto cargo subraya que habla a título personal.

El antiguo alto cargo también apunta otra clave en el proceso. Un mensaje de Trump a Putin en redes sociales, inmediatamente después de su investidura, en el que le exigía que detuviera la guerra y le amenazaba con “sanciones, impuestos y aranceles” mucho más graves de los que Rusia arrastra hasta ahora. “Dejaba claro que Rusia está en una posición de debilidad, y Trump de fuerza”, señala. “No aludió a ayuda militar para Ucrania, pero creo que eso ha sido para dejar espacio a Putin a responder”, agrega. Dentro de la Casa Blanca, el actual enviado para Ucrania y Rusia, Keith Kellogg, se ha expresado a favor de que esa ayuda continúe. El presidente ha elogiado la propuesta de Kiev de entregar tierras raras a cambio de asistencia, algo que apunta que seguirá.

Cómo se desarrollarán ahora las cosas dependerá, en primera instancia, del resultado de las conversaciones entre los representantes de Estados Unidos, encabezados por el vicepresidente, J. D. Vance, y la delegación ucrania en Múnich, el viernes. Después, un equipo formado por el secretario de Estado, Marco Rubio, el director de la CIA, John Ratcliffe, y el enviado y amigo personal de Trump, Steve Witkoff, abordarán los contactos con Moscú. De modo llamativo, Kellogg no está en ese grupo.

Encuentros entre Putin y Trump

Putin y Trump supuestamente se involucrarán de manera directa en varias cumbres bilaterales. La primera, según ha declarado el presidente estadounidense, tendría lugar en Arabia Saudí, “en un futuro no muy lejano”. Después se prevé que haya visitas a sus respectivos países. Todo un gesto para un presidente ruso considerado un paria en Occidente en los últimos tres años.

Pero el cese de los combates solo es el primer paso. Después del alto el fuego, es necesaria la disuasión frente a Moscú: “Necesitas fortalecer a Ucrania lo suficiente militar y económicamente, darle membresía de la Unión Europea, necesitas hacer todo lo posible para disuadir a Putin de volver a atacar” pasado un tiempo. El tercer aspecto de la estrategia es “compartir la carga”: que Europa asuma una parte mayor de la seguridad de Ucrania tras el conflicto, y que Kiev también cubra parte de los costes de su propia defensa. “Trump va a decirles a los europeos que ellos tienen que ser quienes lideren” en este caso, cree el antiguo alto cargo.

U.S. President Donald Trump and Russian President Vladimir Putin
Vladímir Putin y Donald Trump durante una reunión bilateral en la cumbre de líderes del G20 de 2019, en Osaka, Japón.Kevin Lamarque (REUTERS)

Trump, considera su antiguo representante, “querría ver que Europa se incauta de los activos rusos congelados y gasta parte de ellos en armamento para Ucrania. También vería con buenos ojos dejar que Ucrania tome prestado dinero del Gobierno de EE UU para comprar armas a la industria de defensa estadounidense”.

En Múnich y más adelante, considera Volker, los representantes estadounidenses presionarán a los socios europeos para que ofrezcan soluciones. “Creo que hay países de la OTAN y europeos dispuestos a desplegar fuerzas en Ucrania. Si es para misiones de adiestramiento y equipación, quizá asistencia en defensa aérea, estaríamos hablando de números asumibles, decenas de miles [de soldados], no cientos de miles, eso es manejable para Europa. Ya hay países indicando que están dispuestos, como Francia, el Reino Unido, Dinamarca y Lituania”.

Si Trump prevé continuar de un modo u otro la ayuda a Kiev, lo que no se plantea de momento, tal y como dejó claro Hegseth, es el ingreso del país invadido en la OTAN.

“Impondría una obligación sobre Estados Unidos”, apunta Volker. Pero de cara al futuro, opina, “hay dos argumentos que pueden marcar la diferencia. Uno es que es menos probable otra guerra en el futuro con Ucrania en la OTAN, el efecto disuasorio es mayor. Y el segundo es que reduce la carga estadounidense. Si se crea un presupuesto común de la OTAN para apoyar a Ucrania, como sugería Jens Stoltenberg cuando era secretario general, la cuota de EE UU sería del 20%, y Canadá y Europa pagarían el 80%. Desde el punto de vista de Trump, un equilibrio mejor que el 50% actual”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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