Presiones sobre el líder palestino
La presión pública para que Yasir Arafat rechace el plan Clinton ha pesado sin duda en la larga lista de objeciones que los palestinos han presentado al mismo. El director del diario palestino Al Ayyam asegura que se trata de "un plato imposible de digerir" y, sin embargo, Arafat no podía tampoco retirarse de la mesa y quedar como intransigente. Así que ha optado por un educado "sí, pero" que deja la situación más o menos donde estaba, es decir, bloqueada.Las críticas a lo que se ha ido conociendo a través de las filtraciones de la propuesta no sólo proceden de los radicales de Hamás, sino también de los círculos cercanos al presidente palestino. Uno de los más veteranos dirigentes palestinos, Abu Alaa, ha manifestado que el plan "no cumple las mínimas exigencias del pueblo palestino". Y Yasir Abed Rabbo, que encabezó la delegación que acudió a Washington la semana pasada, ha pedido a Arafat que lo rechace.
Para todos ellos, el derecho al retorno de los refugiados constituye una exigencia innegociable. "Nadie, ni siquiera Arafat, puede negociar nuestro derecho a regresar", subraya Randa A, una palestina nacida en El Cairo después de que su abuelo fuera expulsado de Haifa en 1947. Sus palabras se hacen eco del sentir de 3,7 millones de refugiados diseminados por todo Oriente Próximo. Algunos dirigentes palestinos han intentado defenderse con la promesa de que el acuerdo sería sometido a referéndum y el argumento de la fuerte presión internacional. Pero no parece que la justificación vaya a hacer mella entre los habitantes de los territorios. "Si no se logra avanzar, la gente va a preguntarse para qué, qué sentido ha tenido esta Intifada", explica un palestino.
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