Los salmones vuelven al Bidasoa

El Bidasoa puede proclamar sin lugar a dudas su carácter de río salmonero; 28 años de trabajos de repoblación han estabilizado la presencia de la especie en su cauce. En el año 2000, un total de 117 salmones ha vuelto al Bidasoa a desovar. Un total 35 de ellos fueron capturados durante la temporada de pesca que finalizó en julio y el resto ha sido computado por la estación de control de la localidad navarra de Bera, la única de España que dispone de un sistema de control de los peces que permite su captura sin causarles sufrimientos.El consejero de Medio Ambiente del Gobierno foral, Javier Marcotegui, ha visitado el centro para comprobar su funcionamiento. Cuando los salmones comienzan a remontar el río, los guardas de la estación de Bera los miden, pesan, recogen muestras de escamas y comprueban si presentan algún tipo de marca de su paso por la piscifactoría de Oronoz Mugairi.

Esa captura se realiza con la nasa, un embudo situado en una de las artesas de la escala de la presa, que impide la salida de los salmones y es controlada dos veces a la semana durante todo el año, excepto en el periodo de octubre a enero, en el que el control es diario. Esa jaula de grandes dimensiones está conectada con un canal por el que los salmones acceden directamente al laboratorio, donde son anestesiados para pasarlos por el controlador de metales y comprobar si portan un microchip identificador y realizarles otras pruebas.

El control de la población de salmones del Bidasoa comenzó en 1980 y se aprovecha para seleccionar ejemplares reproductores que son enviados a la piscifactoría de Oronoz Mugairi, cuya actividad comenzó en 1989. El presente mes de diciembre es el momento de la fecundación asistida, cuando maduran los huevos y se produce el desove. Aunque no existe un número fijo de capturas, lo habitual es seleccionar unas veinte hembras de entre 1,5 y 2 kilos de peso, que han pasado ya varios inviernos en alta mar, y la mitad de machos.

Los datos de esta campaña, 126.850 huevos dispuestos para la repoblación el año que viene, son muy superiores a los de temporadas pasadas. Los responsables de Oronoz seleccionan el 80% de los huevos fecundados y cada mes de junio se repuebla el río en forma de alevín o jaramugo de primavera, un salmón de apenas 5 ó 6 centímetros. Estos ejemplares se distribuyen por todo el río, hasta la presa de Ezkurra y el 20% restante sigue en la piscifactoría hasta la fase de pre-esguines, momento en el que el salmón inicia su viaje hacia el mar. Es a estos últimos salmones a los que se les implanta en el hueso nasal una micromarca codificada de acero que contiene seis códigos binarios que permiten reconocerlos de forma individualizada.

Todo ello para conseguir la permanencia del salmón en este río y hacer las delicias de los afortunados pescadores que logran atrapar alguno en la temporada de pesca. El control es tan exhaustivo que se ha sabido que 18 de los salmones pescados este año estaban marcados en Oronoz y habían sido arrojados al Bidasoa en su fase alevín de primavera. Sólo uno tenía la micromarca magnética.