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EL TIEMPO Crímenes sin castigo

El país, con el Gobierno a la cabeza, debe reaccionar con energía contra la cadena de intimidaciones a la prensa. El periodismo colombiano está siendo asediado con saña creciente por guerrilla, paramilitares y políticos corruptos, que parecen empeñados en una macabra competencia por imponer una mordaza armada a quienes ejercen este oficio. El más reciente ejemplo de esta ignominiosa situación es el de Nariño, un departamento donde las agresiones a los periodistas son pan de cada día y ahora se da el caso insólito de que el ELN secuestre a uno de ellos, Winston Viracachá, de Caracol Televisión, para juzgarlo por su comportamiento profesional. Por suerte, fue liberado anteayer tras permanecer nueve días retenido. (...)

Pese a los innegables avances que ha hecho la fiscalía en la investigación de crímenes contra periodistas, la frecuencia con que sus pruebas y recomendaciones son desechadas hace pensar que quienes buscan silenciar a la prensa también son capaces de chantajear o intimidar a la justicia local. Claro está que la violencia no afecta sólo a los miembros del gremio periodístico. (...) Pero los que se cometen contra los periodistas tienen una connotación de particular gravedad.

El panorama no puede ser más desolador. Colombia ya está catalogada como la nación más insegura para ejercer el oficio de contar y comentar lo que pasa. (...) Por esto, el país entero, con el Gobierno nacional a la cabeza, debe reaccionar con energía para poner fin al drama que está viviendo la prensa libre de Colombia.

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Bogotá, 26 de diciembre

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