"La oxigenación del teatro español llega de Cataluña"
El actor José Sacristán acaba de cumplir 40 años en el teatro profesional. Una cifra redonda ideal para hacer balance de lo que ha sido su carrera en este tiempo y sentirse un privilegiado por la forma en que le van las cosas hoy por hoy. Para él interpretar es un juego, y anda ahora metido en uno especialmente complejo: el personaje de Willy Loman, de la obra de Arthur Miller La muerte de un viajante, que estrenará en Barcelona el próximo 27 de diciembre. El espectáculo le permite volver a una ciudad en la que se siente a gusto y de la que destaca su labor de motor del teatro español. "Toda la oxigenación e inventiva del teatro en España en los últimos años ha venido de Cataluña", afirma.Sacristán opina que en Cataluña se hace un teatro con identidad propia, "mucho más que en otras latitudes y por supuesto que en Madrid". Un teatro al que considera vinculado de una forma coherente con la sociedad catalana y que, dice, se hace además con criterios de calidad. Sin embargo, confiesa que se siente cada día menos interesado por el análisis del hecho teatral como fenómeno sociológico, debatir sobre el peso que éste debe tener y con qué criterios debe hacerse. El actor prefiere dedicar su tiempo a otras cuestiones, como prepararse a fondo para el estreno de una obra que define como "un documento imprescindible para conocernos la gente de este siglo, una de las peripecias humanas más conmovedoras", y hacerse muy suyo el personaje que ahora le ocupa.
"Willy Loman es la prueba del nueve para cualquier actor. Para mí es un lujo, pero también una responsabilidad, porque se han hecho muchas versiones de la obra, algunas recientes, y las hay muy buenas, así que las comparaciones serán inevitables", afirma. Para él, el interés del personaje radica en que le da la posibilidad de convertirse en cronista de su propio tiempo. "Miller es uno de los testigos más lúcidos y formidables de este siglo, y ser uno de quienes cuentan la historia de este tiempo es todo un privilegio". Sacristán afirma que no ha tenido nunca "predilecciones concretas por un personaje". Pero al meterse en la piel del protagonista de La muerte de un viajante, siente que, "al igual que con el rey Lear o Hamlet", ha ultimado "un capítulo".
La obra, una producción del Centro Dramático Nacional dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente, estará en cartel en el teatro Principal de Barcelona hasta febrero, y después iniciará una gira de un mes y medio para recalar luego en Madrid. Sacristán tendrá mucho tiempo por delante para familiarizarse a fondo con el perdedor descrito por Miller. "El compañero de viaje del actor es el personaje, poder contar historias que valen la pena con personajes que valen la pena. Si el papel no te interesa, todo es aburrido y penoso. Cuando te interesa, el juego tiene sentido", afirma rotundo.
Cuarenta años de profesión a sus espaldas le han dado la posibilidad de escoger bien a sus fieles compañeros de viaje y descartar a quienes no le parecen una grata compañía. "La suerte que tengo es no tener que ir al trabajo como un funcionario, que esto suponga todavía el vértigo, el juego", afirma. Y explica que sus cribas son especialmente drásticas en el cine, donde hace "años" que no le ofrecen un papel de su interés. "Últimamente, la oferta cinematográfica es muy canija y poco interesante, ha habido una renovación y a la gente de una edad determinada se nos excluye". El actor va un paso más allá en su análisis: "Creo que hay un tipo de actores, como yo y otros que no voy a citar, que hemos sido los arquetipos de una España que ya está superada, ya se está en otra onda".
Babelia
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