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LOS PROBLEMAS DE LOS INMIGRANTES

La natalidad de las inmigrantes evita que haya más muertes que nacimientos en España

La natalidad de los inmigrantes está evitando desde hace dos años que haya más muertes que nacimientos en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En 1998 se inscribieron 364.427 bebés de padres españoles, mientras que el número de fallecimientos ascendió a 357.950. Los 20.054 hijos de padres extranjeros, principalmente mujeres magrebíes y latinoamericanas, aseguraron un superávit de 6.477 personas y evitaron que España entrase en lo que los demógrafos califican como crecimiento negativo. Este fenómeno, según las fuentes consultadas, se agudizó el pasado año.

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Las cifras oficiales correspondientes a 1999, que el Gobierno hará públicas antes de que termine diciembre, corroboran este hecho y lo acentúan, según adelantaron fuentes del INE, quienes confirmaron también que los españoles sumamos ya 40 millones, aunque nueve comunidades autónomas presentan tasas negativas en su relación entre nacimientos y defunciones. Se trata de autonomías donde la presencia de inmigrantes resulta irrelevante: Galicia, Castilla y León, Asturias, Aragón, Euskadi, Cantabria, Castilla-La Mancha, Extremadura y La Rioja.Las españolas mantienen el récord mundial de baja natalidad, con un promedio de 1,2 hijos por mujer. Los datos de 1999 apuntan un leve repunte que los expertos se apresuran a matizar: se trata de la llegada a la edad fértil de una generación más numerosa de mujeres; no de que las españolas hayan cambiado la tendencia. La última encuesta de fecundidad elaborada por el INE en 1999, entre mujeres de 15 a 49 años, revela que la mayoría (el 50,10%) no tiene ninguna intención de procrear.

Esta actitud, decisivamente influida, según los expertos, por el alto índice de paro femenino (el 57% del total), la precariedad de los empleos temporales y el cada vez más elevado nivel cultural de las mujeres -inversamente proporcional a la proliferación de familias numerosas- auguran un futuro marcado por el crecimiento cero. Un alto directivo del INE comenta: "El leve repunte de la natalidad es pasajero. Obedece a que parte de la generación del baby boom de los sesenta ha llegado a la edad elegida para tener hijos. Dentro de muy poco, la natalidad de las españolas volverá a caer en picado". En este contexto, los expertos consultados coinciden en que el decrecimiento se está equilibrando gracias a los hijos de los inmigrantes.

Crecimiento cero

"España ha entrado en un buen ciclo de estabilidad demográfica", opina el catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid José Juan Toharia. Para este especialista, "el crecimiento cero, contra lo que suele creerse, es una buena noticia en términos de población. La ONU prevé el crecimiento cero del planeta para el año 2100, y recuerda que es la situación óptima. Lo contrario deteriora irreversiblemente el medio ambiente de la Tierra y rebaja de forma sustancial la calidad de vida de sus habitantes"."El equilibrio de la balanza demográfica al que contribuye la población inmigrante implica que España puede mantenerse en una situación muy satisfactoria", prosigue Toharia. "Los bebés de los inmigrantes pueden suponer un coste a corto plazo, en sanidad o educación. Pero resultan económicamente muy beneficiosos a medio plazo: mantienen la demografía en términos saludables, abastecen la demanda de empleo en una economía creciente y contribuirán de forma decisiva al mantenimiento del sistema de pensiones. En el aspecto social, la mezcla de culturas resulta beneficiosa en sí misma siempre que la integración se lleva a cabo adecuadamente. Por todo ello, estos nacimientos son una buena noticia para los españoles", concluye.

En los centros de salud y salas de maternidad de poblaciones con mucha inmigración, médicos, enfermeras y comadronas se están convirtiendo con la práctica diaria en especialistas en parturientas foráneas. Emilia Carrera, comadrona del centro de salud de El Ejido y del Hospital del Poniente -el que atiende la comarca de los invernaderos almerienses- asegura que la atención diaria a las embarazadas magrebíes y de los países del Este les revela los problemas cotidianos aún no resueltos: malnutrición, ignorancia, desamparo, incomunicación a causa del desconocimiento del idioma. "He atendido partos donde ni siquiera podíamos hacer entender a la parturienta cuándo tiene que empujar. La situación es preocupante", comenta esta profesional.

Más vecinos, más dinero

Tres son los factores de reparto de subvenciones del Estado a las corporaciones locales en los que la población resulta fundamental: la creación obligada de determinados servicios municipales, el coeficiente de las ayudas a recibir cada año -la participación de los municipios en los tributos del Estado- y el número de concejales asignados a cada Ayuntamiento.La Ley de Bases de Régimen Local establece una serie de servicios obligatorios para cualquier municipio: alumbrado, cementerio, recogida de residuos, limpieza viaria, agua potable a domicilio, alcantarillado, acceso a los núcleos de población, pavimentación de las vías públicas y control de alimentos y bebidas.

A partir de 5.000 habitantes, la ley obliga a construir un parque público, biblioteca, mercado y tratamiento de residuos. En los de 20.000 se exige, además, protección civil, servicios sociales, parque de bomberos, polideportivo y matadero. A partir de 50.000, transporte colectivo urbano y protección del medio ambiente.

El coeficiente por el que se rige el reparto de subvenciones se distribuye dividiendo la cantidad a repartir -955.757 millones para 2001- por el número de españoles. Después se fija el coeficiente por el que cada municipio debe multiplicar esta cantidad en función del número de habitantes. Entre 5.001 y 20.000, es de 1,15; de 20.001 a 100.000, 1,30; de 100.001 habitantes hasta el medio millón sube a 1,50. Las grandes ciudades se llevan la parte del león: 2,85.

El reparto del poder municipal no sólo lo determinan los votos. También los habitantes. Así, la ley establece que a las poblaciones entre 251 a 1.000 residentes les corresponden siete concejales; de 1.001 a 2.000, nueve; de 2.001 a 5.000, los escaños municipales ascienden a 11; de 5.001 a 10.000, 13.

Con 10.000 habitantes más ya se puede disponer de 17 ediles, y hasta 21 si la población llega a los 50.000 vecinos. El número de concejales asciende progresivamente hasta llegar a 25 con 100.000 habitantes.

A partir de esta cifra, la ley establece el derecho a disponer de "un concejal más por cada 100.000 residentes o fracción, añadiéndose uno más cuando el resultado sea un número par".

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