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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

9.000 personas acuden al concierto de 'Solidarios en el Estrecho' en Madrid

El público se entregó a los artistas españoles

Un público poco acostumbrado a espectáculos de cinco horas se entregó anoche al festival Solidarios en el Estrecho, de principio a fin, atraído por una causa suficientemente publicitada y por cinco artistas directamente sacados de la lista de éxitos de este año. Con el tema de que se trataba, eso sólo se consigue con artistas de aquí y canciones de aquí, a ser posible éxitos infalibles, exactamente lo que los organizadores ofrecieron, y lo que el público devoró entusisamado. Uno de esos conciertos con más pana que cuero y más mecheros que sudor, pero que el público manejó a su gusto desde el principio, y obtuvo justa recompensa a sus ganas de pasarlo bien.Para calentar, Madonna y un buen puñado de éxitos de 40TV en las videopantallas. Lo más adecuado para recibir al raro de la noche, al guiri, un Robbie Williams que llegó con la etiqueta de guapo oficial del concierto e hizo honor alo que se esperaba de él. Del apagado de luces se pasó al "¡Robbie, Robbie, Robbie...!" con el que una gran masa adolescente, minoría sin embargo, se hizo con el control de la situación en el Palacio de los Deportes.

Solidarios en el Estrecho

Robbie Williams, La Unión, Revólver y Girados (Miguel Bosé-Ana Torroja). Palacio de los Deportes de Madrid, sábado 16 de diciembre. ). 9.000 espectadores.

El británico ha logrado consolidar una carrera en solitario cimentada en unos recursos escénicos, aprendidos en grupos adolescentes, que le han permitido conquistar a las hermanas pequeñas de las fans de Take That. La celebradísima Rock Dj dejó claro que los viejos temas han quedado atrás. El que puede, puede.

El verdadero concierto solidario estaba por llegar. El niño envejecido Williams tenía a su público ruidoso y entregado entes de bajarse del avión. Pero esa entrega sólo se convirtió en calor cuando saltó al secenario Revólver, Carlos Goñi. Éste puso las gotas de sudor a un concierto que se había quedado frío tras los calculadísimos movimientos del guiri y la media hora larga que pasó entre las dos actuaciones. Lo más protestado de la noche, lo único, más bien.

Rock de aquí y palabras en castellano que hicieron, por primera vez, que el público comenzara a ponerse de acuerdo sobre lo que de verdad se estaba tratando allí. Después de Calle Mayor, ya no hubo vuelta atrás. La noche se había convertido en una ocasión de oro para celebrar los clásicos. A partir de ahí, el público aplaudió hasta los vídeos de inmigrantes desfallecidos, obligado recordatorio del fundamento de la juerga y del precio de las entradas.

Revólver se lo dejó rodado a La Unión, que, ahora sí con la pausa justa, se marcó una actuación previsible pero impecable sobre una balsa de palmas. Ella es un volcán, Maracaibo y para qué quieres más. Después de 15 años subidos a un escenario, a estos tipos nadie tiene que decirles qué quiere oír la gente.

Se quejaba una señora en sus cuarenta años de que su niña de ¡seis años! la había arrastrado hasta el Palacio porque quería ver a Miguel Bosé. El amo de la noche. El principal responsable, junto con el proyecto Solidarios, de la pasmosa, por amplísima, banda de edad en la que se movía el respetable. Fue Girados, Bosé y Ana Torroja, el número más celebrado de la noche, un fin de fiesta a la altura de las circunstancias. Un público que había empezado dividido cuatro horas antes entre el bailoteo de Williams y el puesto de bebidas estaba ahora completamente unido para aclamar a dos iconos pop.

Salió Torroja, y con la canción de Nochevieja más conocida de una generación, dejó al público entregado y en espera de que Bosé se comiera los restos de gargantas, palmas y saltos que quedaban. Y quedaban muchos. Girados devoró la última hora del festival con un puñado de canciones de toda la vida que todavía, y por muchos años, transmiten vibraciones incontestables a varias generaciones.

Pocas veces se da una conexión con los artistas tan poco sometida a crítica como en este tipo de encuentros, en los que todo el mundo se sabe su frase y el público está en su papel y a lo que caiga. Anoche, el concierto Solidarios en el Estrecho, además de recaudar 22 millones de pesetas para las ONG que prestan ayuda, mínima y a la vez gigante, a los inmigrantes de las playas del sur, fue un gran espectáculo, de principio a fin, que funcionó como la máquina de éxito perfectamente engrasada que es.

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