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'Loca' de amor

Falsa alarma. Una vaca de origen francés que se ordenó sacrificar en Burgos por las sospechas de que sufriese la encefalopatía espongiforme bovina no estaba loca, o al menos no del todo. Pese a su frenética forma de mover los cuartos traseros, los análisis demostraron que el problema del animal, lejos de ser el minúsculo prion, era no sólo de mayor tamaño, sino también mucho más prosaico. Las sospechas surgieron cuando el veterinario se detuvo en los extraños andares del ardoroso rumiante y advirtió que se asemejaban a los que muestran las vacas locas. A esta primera señal se sumó el origen francés de la res. Todo ello condujo al escrupuloso veterinario a considerar que el animal podía padecer la encefalopatía espongiforme. Dicho y hecho. La vaca sospechosa de locura fue sacrificada. Pero una vez muerta, los resultados de los análisis demostraron que la res simplemente padecía hiperestrogenia, una alteración que produce un celo casi continuo. Y era debido a esta situación de receptividad permanente hacia los machos que la res tenía sus andares subidos de tono y los cuartos traseros dañados.

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Pese al error, el propio director general de Producción Agropecuaria de la Junta de Castilla y León, Juan José Lozano, defendió la orden del veterinario y señaló que estuvo motivada "en los criterios de precaución y sensibilidad con que se trabaja desde la Administración ante las vacas locas".

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