Los museos de Álava presentan en Madrid una selección de sus fondos

El diputado foral de Cultura, Pedro de Sancristóval, dijo ayer que para Álava era una ocasión histórica poder presentar por primera vez en Madrid los fondos de sus museos. La Fundación Santander Central Hispano ha organizado la exposición Museos de Álava. Un patrimonio desconocido, con 60 pinturas y esculturas, que estarán hasta el 4 de febrero en su sala de Madrid (Marqués de Villamagna, 3, Internet: www.fundacion.bsch.es).

Un polémico 'murillo'

La programación de la sala de la Fundación BSCH, según su director, Javier Aguado, sigue la línea de presentar la obra de grandes maestros -la exposición anterior, de Joan de Joanes, fue visitada por 60.000 personas- y el patrimonio de museos, comunidades religiosas y coleccionistas. El próximo año presentarán El arte islámico de la colección Gulbenkian, La vidriera española, Los rumbos paralelos de la escultura española y Lo sagrado en el arte contemporáneo español.En la exposición han colaborado la Diputación Foral de Álava, el Museo de Bellas Artes de Álava y el Museo Diocesano de Arte Sacro, que han aportado la mayoría de las obras. El Museo de Bellas Artes se encuentra cerrado por reformas y abrirá de nuevo en marzo de 2001. La colección de arte contemporáneo, con unas 1.200 piezas, se presentará en un nuevo edificio en marzo de 2002, proyectado por el arquitecto José Luis Catón.

Pedro de Sancristóval destacó la ocasión histórica para el Museo de Bellas Artes de poder presentar en Madrid una parte del patrimonio histórico. El museo se fundó en 1940 con un contenido general, y a partir de 1975 se separaron para formar otros como las secciones de arqueología y de naipes, que en la actualidad cuenta con 18.000 juegos.

Los apóstoles San Pedro y San Pablo, de José de Ribera, abren el recorrido de la muestra, que en diversos espacios se agrupan el fondo medieval, pinturas y esculturas manieristas y barrocas, con ejemplos de las escuelas europeas de los siglos XVI al XVIII, y la pintura del costumbrismo vasco de finales del siglo XIX y mediados del XX.Pedro de Sancristóval llamó la atención sobre algunas piezas, como El cazador, de Murillo, que en su día levantó polémica por el coste de 500 millones, adquirido a un particular, "cuando en Londres, aunque no se podía exportar, saldría por 1.500 millones". También se refirió al San Francisco, de El Greco, puesto en cuestión por algún experto, hasta que en una limpieza apareció su firma, y la calidad del retrato de Doña Mariana de Austria, de Juan Carreño de Miranda, y el San Jerónimo, de Antonio de Pereda, así como una talla de Pedro de Mena y dos relicarios flamencos.

Además del arte religioso, una parte de la muestra está dedicada a la pintura de género, con bodegones y paisajes, una pintura costumbrista planteada como testimonio ideológico ante su pérdida por la llegada de la revolución industrial y urbana, según Sancristóval. En las paredes cuelgan obras de Pablo Uranga, Díaz de Olano, Zuloaga, Regoyos, Iturrino, Amárica, Maeztu, Ricardo Baroja, Zubiarre, Tellaeche y Salaverría.