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Más de mil diligencias en tres años

Diez agentes de seguridad

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"Quiero que la ley sea la regla para todos los chilenos"

En los tres años que Juan Guzmán lleva instruyendo las querellas criminales contra el general Augusto Pinochet ha practicado "más de mil diligencias, que incluyen declaraciones de testigos, reconstituciones de escenas, ordenar pericias, envío de oficios para instituciones solicitando trámites, y ordenar todo tipo de averiguaciones y pesquisas al departamento de investigaciones". Anota cada diligencia en un índice informatizado. "Me doy cuenta de que se me van quedando cortos los índices". Las 186 querellas contra Pinochet están agrupadas en distintos episodios que investiga el juez. Por ejemplo, la Caravana de la Muerte, sobre la que se han presentado unas 50 querellas. "Hay entre 15 y 20 episodios y cada uno está designado con una letra. En la actualidad, el expediente de la caravana ocupa 16 tomos. El juez ha dedicado buena parte de su investigación a la comitiva de exterminio de opositores al golpe militar que recorrió todo el país, aunque de momento se ha concentrado en cinco localidades del norte de Chile. El libro Los zarpazos del Puma, de la periodista Patricia Verdugo fue su primera base de trabajo. "Me sirvió como un esquema de cómo habían sido los antecedentes. Me sirvió también para saber quiénes eran los protagonistas o los testigos de estos antecedentes, lo que facilitó muchísimo la labor. El libro me sirvió enormemente".

El expediente de su investigación está a buen recaudo. Más de un ferviente pinochetista sería capaz de cualquier cosa por destruir las abundantes pruebas acumuladas por el juez. Por razones de seguridad, Guzmán pasa más horas en la sede de la Policía de Investigaciones que en el Palacio de los Tribunales. Diez agentes, con los equipos informáticos y técnicos necesarios, trabajan con el juez. Cuando empezó a trabajar en el caso, apenas contaba con dos policías y dos máquinas de escribir. Un subcomisario y un subinspector acompañan a Juan Guzmán en todos sus pasos. Son la sombra del juez.¿Tiene tiempo para dedicarse a los otros episodios, al margen de la Caravana de la Muerte? "No todo el tiempo que quisiera. Por eso he tratado, desde el comienzo, de seguir el orden cronológico de cómo habían sido los antecedentes en ciertos excesos. Después examiné cuáles eran los procesos más fáciles de tramitar. La caravana es, cronológicamente, uno de los primeros. Ahí opté por ese criterio. Hay otros casos, como el de David Silbermann, que era sencillo de tramitar porque se trataba de un asunto puntual en relación a una sola persona. Luego me aboqué al caso de Pisagua, de 1974, el caso Conferencia, de 1976, y así sucesivamente voy avanzando en los distintos episodios. Es muy difícil investigarlos todos en su conjunto, pero he tratado de hacerlo de la manera más ordenada y racional".

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