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William Boyd plantea la vida como un "proceso azaroso"

El escritor escocés explora en su nueva novela, 'Armadillo', el espejismo de la seguridad

Un libro falta en la estantería del comedor de William Boyd. El escritor escocés guarda allí las ediciones internacionales de su obra literaria, pero el ejemplar en castellano de su última novela, Armadillo (Alfaguara), de reciente publicación en España, aún no ha llegado a su domicilio londinense, en el barrio de Chelsea. El autor plantea la vida como "un proceso azaroso y fatídico".

El engaño

Como sus personajes de ficción, incluido Lorimer Black, el ajustador de pérdidas de una compañía de seguros que protagoniza la novela Armadillo, Boyd está acostumbrado a "estar fuera de lugar" en la sociedad. Fue el niño blanco en las comunidades negras de Ghana y Nigeria; el cerdo africano para sus compañeros del internado británico; el extranjero en la Universidad de Niza. "Siempre me he sentido un outsider, una persona de fuera. Como escritor es muy beneficioso porque observo la sociedad británica desde la distancia", dice.Con Lorimer Black, Boyd lleva al extremo el sentimiento de no pertenecer a ninguna cultura o tribu social. "Intenta escapar de sí mismo y renuncia a su identidad para crearse una nueva. Se inventa un nombre y un apellido. Altera constantemente su forma de hablar, el estilo de su ropa y la actitud para amoldarse a cada persona que debe tratar. Se siente desprotegido en su identidad original y se pone una armadura", explica.

El protagonista es, en definitiva, el Armadillo del título, un mamífero cubierto por placas córneas, que representa el "elemento inestable" de la vida. Su oficio se asimila al de un inspector de seguros que busca la trampa en una reclamación y negocia la compensación a la baja. Cada vez que triunfa profesionalmente, frustra las esperanzas de otras personas y resquebraja el espejismo de seguridad.

"Todos perseguimos seguridad en la vida y creemos que estamos a salvo comprando una póliza a todo riesgo. Pensamos que nos protegemos así contra las desgracias de la vida, contra los accidentes del azar. Pero nos engañamos porque una póliza a todo riesgo no sirve de nada si al día siguiente me atropella un autobús".Azar, fortuna, suerte. Nos adentramos en territorio abonado por un autor que, a sus 49 años, no profesa ninguna fe religiosa y se consuela en las matemáticas y la física. "La vida transcurre por caminos de fortuna que uno no sabe a dónde le llevan. La incertidumbre caracteriza la condición humana y pretendemos protegernos con un seguro de vida, con un plan de pensiones. Mejor nos iría si aceptáramos la vida como un proceso azaroso y fatídico. Unos tienen más dosis de buena suerte y otros de mala suerte", señala.

Boyd apenas piensa en el mañana porque, dice, "caminamos por una capa fina de hielo y todo se puede derrumbar en cualquier momento". Quizá tampoco tiene tiempo, dado el caudal de trabajo que aguarda en el piso superior de su residencia londinense. Colabora estos días en el rodaje de Armadillo, que él mismo ha adaptado para un canal de la televisión británica. Está al tanto de la trayectoria de su debú en realización, The Trench, basado en su propio guión original, donde explora la sensación de claustrofobia que los soldados de la I Guerra Mundial debieron sentir en las trincheras. Y prepara su próxima novela, un diario sobre un escritor sin éxito, que espera publicar en verano. "No descubre el éxito pero lleva una vida muy interesante. Seguimos sus pasos desde 1914 hasta su muerte, en 1992", explica entusiasmado de iniciarse en este específico estilo literario. Un golpe de suerte le encaminó hacia este proyecto. Encontró entre viejos papeles los diarios que escribió a los 17 y 18 años. "No me reconocí en las páginas del diario. Parece un tipo tan neurótico y melancólico".

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