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Brusco despertar

Ginés Donaire

"Oídos sordos"

Para Antonio Rus Gutiérrez, un jubilado de 65 años que vive enfrente de la catedral de Jaén, los sonidos de las campanas del templo no son precisamente música celestial. Lleva casi 20 años elevando sus quejas, de forma infructuosa, ante el Ayuntamiento por lo que considera un "brusco y atormentador" despertar que viene padeciendo día tras día por los redobles del campanario. La situación se agrava, especialmente, los fines de semana y festivos debido a la frecuencia de las misas en la catedral desde horas muy tempranas. Entonces, las tres campanas ejercen durante horas y horas.Antonio ha decidido ahora acudir al Defensor del Pueblo Andaluz para buscar el amparo que no ha encontrado con todos los alcaldes que han pasado por Jaén en la etapa democrática.

Le ha animado el hecho de que la misma Patrulla Verde de la Policía Local de Jaén reconociera en un informe que el nivel acústico que emiten las campanas de la catedral se califica como "intolerable". Según las mediciones llevadas a cabo por los agentes desde la misma terraza de la vivienda de Antonio, los ruidos del campanario alcanzan los 80 decibelios, el doble de lo que aconseja la actual normativa municipal sobre ruidos.

"Nadie está autorizado a perturbar mi descanso, ni nadie debe recordarme cuándo debo ir a misa", asegura Antonio Rus, quien dice erigirse en portavoz de un buen número de vecinos que, como él, no necesitan despertador para levantarse. "Nos están castigando los tímpanos de los oídos", añade. Dice que la situación es especialmente molesta para niños, ancianos y las personas que trabajan de noche y no pueden conciliar el sueño de día.

En contra de lo que pudiera pensarse, la reivindicación de Antonio Rus nada tiene que ver con su posible animadversión hacia la Iglesia. Más bien todo lo contrario. Se considera creyente y un ferviente penitente de Nuestro Padre Jesús, imagen conocida como El Abuelo, desde hace más de 30 años. "No tengo nada contra la Catedral, sólo quiero que se me respete el derecho al descanso", enfatiza Antonio.

Se rebela también contra quienes intentan convencerle para que desista en sus reclamaciones argumentando que se trata de una vieja tradición, tan vieja como los más de 400 años de vida del templo que edificó Vandelvira en el siglo XVI. "Es una tradición no ajustada a los tiempos actuales, pues ahora hay otros medios para atraer a la gente a misa", se defiende.

Antonio, padre de un prometedor torero de Jaén, ha puesto en un serio compromiso al Ayuntamiento jiennense. El informe de la Patrulla Verde fue asumido posteriormente por el Negociado de Medio Ambiente, que emitió una propuesta de resolución en la que daba un plazo de 10 días a los responsables de la Catedral para atenuar la acústica del campanario.

Ese plazo se dio en enero y, desde entonces, ya ha pasado casi un año. Antonio Rus censura que los actuales responsables municipales se contradicen al hacer "oídos sordos" (y nunca mejor dicho) a un dictamen de un órgano propio. Además, critica que el Ayuntamiento incumple la ordenanza municipal sobre ruidos aprobada en el año 1998 y un bando posterior de la alcaldía de julio de 1999.Mientras lamenta la escasa efectividad de sus decenas de reclamaciones, Antonio Rus confía en el Defensor del Pueblo como última esperanza. Quizá, entonces pensará en nuevas reclamaciones contra los sones musicales del reloj de la catedral, el del Ayuntamiento -que lleva incluido el himno a Jaén- o contra las campanas del convento de Las Bernardas, algo más distanciadas aunque mucho más madrugadoras. O quizá, para entonces ya habrá convenido en que la mejor receta es cambiar de domicilio.

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