Noches de fiesta
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara es como la de Francfort en pequeñito, pero mucho más alegre. Tanto tiempo se dedica a los negocios como a los jolgorios, cócteles, almuerzos y cenas se suceden. Las noches son para las fiestas, la primera fue la de Planeta el mismo día de inauguración de la Feria y la segunda la de Santillana. En todas, los voraces invitados opinan que no hay exceso de canapés. En la de Santillana, en el hotel Hilton, justo al lado del recinto ferial, se bromeó sobre el exceso de agua de los whiskys, un sistema perfecto para que nadie perdiera los papeles. Los tequilas, en cambio, estaban muy buenos.La asistencia fue multitudinaria, parecía como si la feria en pleno se hubiera trasladado al Hilton: Carlos Fuentes, Jorge Edwards, Santiago Gamboa, Manuel Vicent, Volpi, Urroz, Herrasti, Padilla... los del Grupo del Crack en pleno, Fernando de Lanzas, Carlos García Gual, todos los editores mexicanos y todos los españoles. La música - se bailaron incluso sevillanas- no fue obstáculos para que unos y otros se dedicaran a su deporte favorito: cambiar cromos. Los mexicanos contaron a los españoles lo nerviosos que están todos en la histórica editorial Fondo de Cultura Económica, cuyo presidente Miguel de Lamadrid, cesa en el cargo con el cambio de Gobierno. Parecer ser que han puesto en marcha a un cazatalentos que tiene ya una terna para elegir. Uno de los nombres que más han sonado ha sido el de Sealtiel Alatriste, de Alfaguara México, que se ha cansado de desmentirlo. También se dice que el nuevo presidente mexicano, Vicente Fox, está dispuesto a privatizarla. Fondo de Cultura es de capital estatal; en realidad el 60% de lo que se edita en México es publicado por instituciones oficiales. Si esto pasara en España los editores ya habría puesto el grito en el cielo, pero los mexicanos se lo toman con calma y humor.
Tanto en la fiesta de Planeta como en la de Santillana, los mexicanos lamentaron que no hubiera venido nadie de la Casa Real a inaugurar la feria, tampoco les gustó que no hubiese viajado la ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo. Quizá por eso, por dar más lustre al evento presentaron al secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, como el ministro de Cultura. Los españoles se quedaron estupefactos, pero nadie lo desmintió.
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