Los obispos alemanes retan a Roma y mantienen las asesorías sobre el aborto
Roma sigue sin domesticar a la Iglesia católica alemana, que ayer resolvió no hacer caso al mandato del Vaticano y seguir con sus centros de asesoramiento a mujeres embarazadas, dentro de una red establecida por la ley. Los obispos alemanes, por mayoría, no sólo no cumplirán la orden de Roma de cerrar esos centros, sino que algunos intensificarán en sus respectivas diócesis esa labor de consejo. El presidente de la Conferencia Episcopal, Karl Lehmann, presentó ayer una campaña de información sobre esos centros, que se lanzará a partir de enero con anuncios en vallas, televisión, prensa e Internet.Las mujeres alemanas que quieran interrumpir su embarazo deben acudir primero, por ley, a uno de los centros de asesoramiento, gestionados por diversas organizaciones e instituciones. Los asesores emiten allí un certificado, imprescindible para que se realice un aborto. La Iglesia católica y las organizaciones laicas afines participaban en esta red hasta que el Vaticano protestó al considerar que la firma de esos documentos posibilitaba directamente el aborto, independientemente del consejo que se diera a la embarazada.
El largo tira y afloja entre Roma y la poderosa Conferencia Episcopal de Alemania, pareció resolverse hace un año con una solución intermedia: la emisión de certificados en los que se especificaba que no debían servir para la interrupción del embarazo. Pero las autoridades sanitarias continuaron considerándolos válidos, porque la ley sólo exige que se acuda a un centro de la red, sin que se tenga que hacer caso de su consejo.
El papa Juan Pablo II forzó a los obispos, mediante una carta personal y llamadas a capítulo en el Vaticano, a eliminar por completo la extensión de esos documentos, que se haría efectiva en enero de 2001. Pero será entonces cuando se inicie la campaña que ayer presentó la Conferencia Episcopal. Se titula Seguimos ayudando y asesorando y aparecerá en televisión, periódicos, vallas e Internet, con un coste de cinco millones de marcos (casi 400 millones de pesetas).
El obispo Lehmann, reelegido presidente de los prelados alemanes a pesar de las presiones del Vaticano, insiste en que los centros católicos continuarán en la red estatal. Alguien "tendrá que echarnos" para abandonar, dijo. Y la rebeldía es mayor entre movimientos de base como Nosotros somos Iglesia, que siguen emitiendo certificados con el argumento de que el beneficio es mayor que el eventual daño de un aborto, pues muchas mujeres que acuden a las consultas católicas deciden continuar con el embarazo y porque, en el caso de no emitir certificados, acudirían a otros centros que sí lo hacen.
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