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Un libro de Rojas Marcos basa la felicidad en los placeres cotidianos

Miguel Ángel Villena

Optimistas y pesimistas

Charles Darwin cuenta lo siguiente en su obra La expresión de las emociones en el hombre y los animales: "Un día pregunté a un pequeño de unos cuatro años qué significaba ser feliz y me respondió que 'hablar, reírse y dar besos'. Pienso que sería difícil ofrecer una definición más práctica y verdadera de la dicha". El psiquiatra Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943) suscribe totalmente las opiniones del biólogo y autor de la teoría de la evolución y agrega que la felicidad apunta más al disfrute de los placeres cotidianos que a los grandes logros y a los objetivos ampulosos. "Dedico este libro", escribe Rojas Marcos al principio de su ensayo Nuestra felicidad (Espasa), "a los hombres y a las mujeres que se maravillan ante la enormidad de las altas montañas, se fascinan ante el poder de los mares tempestuosos o se extasían ante la grandeza del firmamento en una noche clara. Pero pasan de largo, sin sorprenderse, ante ellos mismos y sus compañeros de especie".Este médico y responsable del sistema sanitario público de Nueva York, donde vive desde hace 30 años, no tiene ninguna duda de que la felicidad -una palabra tantas veces manida, adulterada o desvirtuada- representa más una actitud ante el mundo que una meta. Sin considerarse filósofo ni sociólogo, con la sencillez de la gente sabia, Rojas Marcos destaca en su ensayo que "la tecnología nos da instrumentos para buscar la felicidad, pero hay que saber utilizarla". "Baste citar", aclara el psiquiatra, "el bienestar que han generado la lavadora o la píldora anticonceptiva. Los avances del último siglo han favorecido las vidas de millones de personas".

Autor de libros que han sido éxitos editoriales, como Las semillas de la violencia o Antídotos contra la nostalgia, Rojas Marcos cree que una visión optimista o pesimista son predisposiciones que se heredan en parte de los padres. "Por supuesto que luego influyen los factores ambientales o culturales", explica. A su juicio, "el optimista analiza más la parte negativa de una situación que el pesimista los aspectos positivos. El pesimista tiende a ser más cómodo y menos arriesgado. También hay que considerar que las visiones apocalípticas, los panoramas en negro, suelen seducir más a la gente".En una equilibrada combinación de rigor y de afán divulgador, Rojas Marcos se ha convertido en uno de los ensayistas más populares de España, que llena auditorios en sus conferencias, como el pasado martes en un teatro de Bilbao. Intenta este psiquiatra, de talante afable y tranquilo, predicar con el ejemplo y diversificar las fuentes de placer. "Me gusta mucho mi trabajo", dice, "pero además me gusta escribir libros y artículos, tocar el piano o correr por un parque. No conviene poner todos los huevos de la felicidad en la misma cesta. Porque ¿qué pasa si se rompe la cesta?".

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