Franco, aún, presente
Un cuarto de siglo después de la muerte de Francisco Franco, el nombre y los apelativos del general ferrolano han pasado de tener 22 avenidas o calles y cinco plazas en el nomenclátor madrileño, a contar con una calle en el barrio de Canillas, del distrito de Hortaleza, y una plaza del Caudillo en El Pardo, cerca del palacio del siglo XVI donde viviera hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975. La estatua ecuestre en Nuevos Ministerios y un arco triunfal en Moncloa, con una mención en latín, ducem, cierran su presencia madrileña aún aquí vigente.En bronce verdoso, la estatua ecuestre fue obra en 1956 del escultor José Capuz y se halla situada frente a la puerta de acceso del hoy Ministerio del Medio Ambiente, en la plaza de San Juan de la Cruz. Se yergue siete metros y medio sobre una peana rodeada de un foso vacío de agua en memoria del general. Presenta la particularidad de que Franco lleva guantes y una de sus manos, estirada y con un testigo, en vez de exhibir erguido el trofeo raspa materialmente las crines del corcel. Expertos como Pablo Ortega aseguran que la cabalgadura fue copiada de la que Donatello dedicó en Padua al capitán veneciano Erasmo da Narmi, más conocico como Gattamelata, en el siglo XVI.
En la estatua madrileña no hay inscripción metálica o pétrea que indique de quién se trata, aunque un sello entintado circular de imposición reciente, con un retrato franquista caracterizado con un bigotito, con dos lemas, Viva Franco, por encima del círculo, y Arriba España, por debajo, señala sobre la peana el recuerdo a él dedicado. El sello, dada su hechura, parece obra de una organización de extrema derecha. Numerosos grupos franquistas, nacionalsindicalistas y falangistas celebraron durante años en este hito sus conmemoraciones de las muertes del dictador y/o de José Antonio Primo de Rivera, distanciadas exactamente 39 años (1936-1975).
La estatua ecuestre de Franco fue en principio destinada al denominado Arco de la Victoria, en el barrio de Argüelles, concretamente en la Ciudad Universitaria. El enclave fue frente bélico durante la guerra civil de 1936-1939. Por ello, Franco lo eligió para alzar su principal apuesta monumental en Madrid. El arco surgió tras numerosos proyectos municipales, que proyectaban solemnizar el acceso a la Ciudad Universitaria de Madrid cuando fue ideada, en los años veinte, si bien el régimen franquista, una vez culminada la guerra, se adueñó de la idea. Obra de los arquitectos Pascual Bravo y Modesto López Otero, presenta la frialdad propia de 1950, fecha a partir de la cual fue construido en granito, con decoraciones de piedra caliza. Tiene 38 metros de altura y frisos estatuarios de Moisés Huerta, a 5.000 pesetas de entonces cada una de las piezas, que representan virtudes cívicas y castrenses. Las autoridades franquistas quisieron inaugurarlo varias veces, el 18 de julio y el 12 de octubre de 1956, pero el propio general Franco descartó hacerlo. Por ello, nunca el arco fue inaugurado oficialmente. Su cúspide está rematada por una cuádriga con una Minerva y cuatro caballos de cola trenzada, obra de Ramón Arregui. Se abrió en 1956, veinte años después del comienzo de la guerra civil. Con una enorme grúa, los caballos fueron desmontados de su peana para ser restaurados hace varios lustros; pero el arco en su conjunto se encuentra hoy en completo abandono. Tras de los frisos y lemas latinos de su frontis, hay una amplia estancia interior decorada con pórfido, con dos grandes óculos. Allí se hallaba una maqueta de la Ciudad Universitaria de grandes dimensiones, que se da por desaparecida. Hoy, todo es pasto de la humedad. Dos ascensores que recorrían sus siete plantas se hallan desvencijados. Según un portavoz de la Universidad Complutense, a la que pertenece el arco, esta entidad no se identifica con el mensaje en latín que preside sus frisos, a poniente y a levante: "A las armas vencedoras, la inteligencia que vivirá perpetuamente aquí da, dona y dedica este monumento", dice el primero. En la metopa opuesta cabe leer: "Fundada por la munificencia regia y restaurada por el caudillo de los españoles, la casa de los estudios madrileños florece en presencia de Dios".
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