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LA CRISIS DE ORIENTE PRÓXIMO

Un cerco de hambre

El hambre ha llegado a los campos de refugiados palestinos de Nablús, en Cisjordania, cuyos accesos se encuentran bloqueados desde hace tres semanas por las fuerzas del Ejército israelí. La penuria de alimentos y de otros productos de primera necesidad ha empezado a notarse en los campos de Askar, Balata y Campo número 1, los más importantes de la zona, donde se encuentra recluida una población de más de 36.000 personas."Esto es ya insostenible, falta de casi todo", aseguraba ayer por teléfono un responsable de una organización humanitaria, quien recalcaba que el deterioro de las condiciones de vida agravaba por minutos la situación, incrementando la agresividad de los habitantes y su odio contra las fuerzas de seguridad israelí.

La demanda de la población asediada no ha tenido por ahora una respuesta adecuada por parte del Gobierno israelí, que ayer se aprestaba a enviar nuevas unidades de blindados a la región, para tratar de atajar así una de las zonas más conflictivas de Cisjordania, donde se encuentran además instalados medio centenar de asentamientos judíos.

Nablús no tiene el monopolio del hambre. Una situación similar se empieza a constatar en Gaza, donde desde hace unos días ha empezado a faltar algunos productos alimenticios, sobre todo leche y yogures, que se importaban directamente de Israel. Pero también falta azúcar, harina, carne y pescados congelados, afirman los habitantes de la región.

"Las industrias locales de Gaza y Cisjordania están paralizadas por falta de materia prima procedente no sólo de Israel, sino de otros países del mundo. También está paralizado el sector de la construcción por ausencia de cemento. Sólo hay arena", afirmaba un miembro de una organización internacional de defensa de los derechos humanos de Gaza. Se calcula que el bloqueo de la industria, en estado de verdadero sitio, ocasiona diariamente unas pérdidas que superan los cinco millones de dólares.

El bloqueo parece ser que tampoco se ha levantado para las exportaciones, impidiendo la salida al extranjero de los escasos productos palestinos destinados al mercado internacional. Los daños en el sector de la exportación suponen unas pérdidas diarias de otros dos millones de dólares.

El sector laboral está también gravemente afectado, ya que una gran parte de la población palestina no ha podido aún reincorporarse a sus puestos de trabajo en Israel. El paro se ha disparado, sobre todo en Gaza, alcanzando al 50% de la población y provocando unas pérdidas diarias de 40 millones de dólares.

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"Las recientes medidas anunciadas por el Gobierno israelí, según las cuales se iba a levantar parcialmente y de manera gradual las sanciones colectivas, tardan en llegar", se lamentaba ayer un portavoz del Gobierno palestino.

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