"Me reconocieron su negligencia, pero ahora quieren enterrarla"
Testimonio de uno de los 13 contagiados de hepatitis C del Hospital de Figueres
Ángel -el nombre es ficticio-, de 30 años, casado y con hijos de corta edad, acudió el domingo 4 de junio al servicio de urgencias del Hospital de Figueres aquejado de un intenso dolor de estómago. Fue tratado y dado de alta, sin mayores complicaciones, después de un breve ingreso. No fue hasta 104 días más tarde cuando se le comunicó -tras efectuarle un análisis- que durante su estancia en el servicio de urgencias le habían contagiado, a través del suero, el virus de la hepatitis C, la más grave de las variedades de la enfermedad.A pesar de que el hospital comunicó el 17 de agosto al Departamento de Sanidad que todos los usuarios de urgencias que habían recibido tratamiento intravenoso el 4 de junio podían estar infectados, Ángel no fue avisado del posible contagio hasta un mes más tarde, el 16 de septiembre. El contagio ha afectado a otros 12 pacientes, cinco de los cuales ya han llegado a la fase aguda de la enfermedad.
Pregunta. ¿No tuvo noticia del contagio hasta el 16 de septiembre?
Respuesta. Ni la más mínima. Es injustificable que, una vez detectado el origen del brote y después de la cuarentena, esperaran un mes. Dicen que no existía riesgo alguno y que no querían alarmarme, pero me parece que tenía derecho a saberlo inmediatamente y a valorarlo por mi mismo.Me han tratado como a un tonto ignorante. Dice el PSC que el contagio fue un error involuntario que podía pasar en cualquier sitio. Es increíble. Indigno. ¿Acaso hay errores médicos voluntarios? Y encima defienden también que el hospital actuó correctamente después del contagio. Eso es mentira. ¿Por qué nadie me avisa hasta el 16 de septiembre?, ¿por qué nadie me advierte de que la enfermedad puede transmitirse por vía sanguínea o sexual?
P. ¿Qué le dicen en la primera llamada que le hace el hospital?
R. Que en el centro han aparecido más casos de lo normal de hepatitis C y que quieren hacer análisis para un estudio. Nada más. Acudí muy confiado. Creía que la enfermedad sólo podía contagiarse por transfusión de sangre. Yo y mi mujer empezamos a sospechar cuando vimos que nos dispensaban unas atenciones exageradas. Me extrajeron sangre y al cabo de dos horas volvimos a buscar los resultados. Lo primero que nos dice el médico es que podemos estar tranquilos porque todo ha salido bien, aunque añade que a partir de ahora debemos tener unas mínimas precauciones y no compartir el cepillo de dientes y cosas por el estilo. Le dijimos que eso debía significar que algo pasaba. Nos respondió que mi cuerpo había estado en contacto con la hepatitis C, pero que no tenía la enfermedad. Total, que no nos enterábamos de nada. Hasta que al final, en el papel del análisis vuelto del revés, pude leer que ponía positivo. Le pregunte: "¿Positivo de qué?, ¿tengo o no tengo la hepatitis?". Entonces admitió que debía considerárseme positivo porque tenía anticuerpos.
P. ¿Preguntó por qué no le avisaron antes?
R. Por supuesto. Le dijimos que teníamos derecho a saberlo inmediatamente. Hubiéramos tomado precauciones. Nos respondió que lo habían ocultado para no alarmar a todo el mundo. Entonces le dijimos: "¿Quién es usted para decidir sobre nuestra protección?".
P. ¿Su mujer se realizó un análisis?
R. Sí, aunque el médico empezó diciendo que no existía ningún riesgo para ella. Insistimos en que si era posible el contagio en las relaciones sexuales y nos explicó que era muy pequeño. Al final admitió que, por precaución y para su tranquilidad, quizá debería hacerse las pruebas. Me parece asombroso que Sanidad haya dicho que se ha sometido a análisis a todos los familiares de los infectados. En nuestro caso se hizo el análisis, que resultó negativo, por nuestra insistencia.
P. Al día siguiente, ¿volvieron de visita al centro?
R. Sí, y fue cuando realmente alucinamos. La doctora que nos atendió debió de pensar que éramos tontos. Y además nos trató sin ningún tacto. Yo me desmoroné y me puse a llorar, y a ella no se le ocurrió otra cosa que decirme que no entendía cómo me lo tomaba de tan mala manera. Nos puso el ejemplo de un señor de 82 años que estaba en fase aguda y que se lo había tomado con mucha más entereza. A los portadores del virus que no hemos desarrollado la enfermedad se nos ha quitado importancia. Se nos ha despachado diciendo: "Quizá ya lo llevabas".
P. ¿Alguien del hospital les reconoció que la infección era causada por un error sanitario?
R. En esa segunda visita sí. Admitió que hubo negligencia, pero ahora quieren eludir su responsabilidad.
P. ¿Utilizó esa palabra?
R. Sin duda alguna: negligencia. Dijo que no podía negar que se trataba de una negligencia del hospital.
P. ¿Le ha ofrecido el hospital ayuda psicológica?
R. Ninguna. He acudido a una consulta privada para que me ayuden a superar el trauma que me ha causado y hoy mismo visito a un médico para que me explique sin tapujos ni medias verdades lo que significa tener anticuerpos de hepatitis C. El hospital, después de comunicarme el contagio, no me ha dado hora hasta el 8 de noviembre. Y parece que soy afortunado, porque otro portador tiene hora el 3 de enero.
P. ¿No les han mantenido informados de la investigación?
R. Nada de nada. Ni información, ni solidaridad. Nada. Nos sentimos abandonados. La doctora que nos atendió nos remitió a una dirección de Internet de la Organización Mundial de la Salud. Y de la dirección del centro, ni una justificación, ni una disculpa. Somos una molestia.
P. ¿Ha denunciado al hospital y reclama una indemnización?
R. Sí. Poniéndome en lo peor, si desarrollo la enfermedad, necesitaré atenciones médicas. Y si dentro de 10 o 20 años acabo con una cirrosis o un cáncer, no quiero dejar a mi familia desatendida. Además quiero saber quién cometió el error y por qué. Estoy en mi derecho. Y si la culpa de que pincharan el suero con una aguja infectada la tiene la dirección porque ahorra material, porque no tiene suficiente personal o éste no está suficientemente cualificado, que paguen sus culpas. Si hubiera sucedido en un gran hospital de Madrid o Barcelona, el contagio habría sido un escándalo a nivel nacional. Y aquí, nada. Todos se esfuerzan por enterrarlo poco a poco: el Ayuntamiento, los partidos políticos mayoritarios, Sanidad...
P. ¿Por qué oculta su identidad?
R. Es una enfermedad sobre la que hay mucha desinformación y no estoy preparado psicológicamente para enfrentarme al hecho de que todos conozcan mi contagio. Aunque, cuando llegue el juicio, quizá ya habré aprendido a vivir con ella.
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