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LA OFENSIVA TERRORISTA

Unos 150.000 sevillanos expresan en la calle su dolor e indignación por el crimen

Los sevillanos están hartos del acoso de los terroristas, y algunos no pudieron ayer mantener la calma. Cerca de 150.000 personas, según la Policía Municipal, se concentraron a las ocho de la tarde a las puertas del Ayuntamiento. Algunos pidieron a gritos la "pena de muerte" y la "cadena perpetua" para los asesinos del doctor Muñoz Cariñanos. El cansancio de la ciudadanía rompió el minuto de silencio pedido por el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, y se escucharon gritos contra ETA y contra el presidente del PNV, Xabier Arzalluz. Monteseirín recordó: "Lo nuestro no es la muerte, sino la vida".

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El presidente del Gobierno, José María Aznar; el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero; los ministros de Interior, Jaime Mayor Oreja, y Defensa, Federico Trillo; el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves; el presidente del Parlamento vasco, Juan María Atuxta, y el consejero vasco de Justicia, Gabriel Inclán, entre muchos otros, acudieron a la concentración contra el asesinato del coronel médico Muñoz Cariñanos que se celebró en Sevilla.Ayer, casi por primera vez en una ciudad que lleva varios años aguantando con paciencia el embate del terrorismo y ha sufrido unos últimos días especialmente lacerantes, el desaliento y el enfado se dejaron ver en la calle.

No en vano, según recordó posteriormente Atutxa, Sevilla ha sufrido en los últimos tiempos nueve atentados, seis de ellos frustrados, y tres con consecuencias fatales. "Sin embargo", dijo, "cada mañana debemos volver a empezar para conseguir la unidad entre los demócratas".

Durante media hora, miles de ciudadanos manifestaron su dolor e hicieron blanco de su enfado al presidente del PNV, Xabier Arzalluz. Los gritos de "hijos de puta", "Arzalluz, asesino", "contra ETA, la perpetua" y "ETA, cabrona, Sevilla no perdona", invadieron la Plaza Nueva de la ciudad. "Más justicia. Endureced las leyes", corearon numerosos asistentes a los políticos.

El presidente del Parlamento vasco insistió en que sólo unos pocos habían insultado a Arzalluz. "La respuesta es una reacción lógica a tanta barbarie que se ha venido padeciendo", justificó. Atutxa achacó los insultos a "una docena o media docena de personas exaltadas en un momento de acaloramiento".

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La primera fila de la concentración se expresó de una forma más radical. Una monja, apretada contra la valla, pedía sin piedad cadena perpetua para los terroristas. Otros religiosos tenían una actitud más moderada: "El mensaje de San Francisco es fundamentalmente pacifista. Esa doctrina nos obliga a estar presentes en esta concentración, aparte de nuestra obligación como ciudadanos", decía Serafín, un veterano monje franciscano.

A pesar de los nervios, muchos sí fueron capaces de contener la calma. Entre las pancartas podían verse lemas como "ETA no, vascos sí" o "Basta ya".

"La ciudad ha conocido muchas veces el rostro del horror, pero somos inconmovibles en la solidez de nuestras convicciones democráticas", afirmó el alcalde de la capital andaluza. En su discurso, Sánchez Monteseirín tuvo un recuerdo para las Fuerzas de Seguridad que fue muy aplaudido por los concentrados.

El 30 de enero de 1998, decenas de miles de sevillanos protestaron en la calle contra el asesinato del concejal Alberto Jiménez-Becerril y su esposa, Ascensión García. El 17 de julio de este año, 300.000 malagueños hicieron lo propio tras la muerte del edil José María Martín Carpena. Hace 10 días, más de 100.000 granadinos repitieron su protesta, esta vez contra el asesinato del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Luis Portero.

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