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DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA POBREZA Aldea global y solidaridad, contra la exclusión social

En la era de las telecomunicaciones, a finales del año 2000, se constata una realidad dialéctica: la existencia de un mundo global, y el fenómeno de la exclusión social, como consecuencia negativa de la concentración de la riqueza y el poder en pocas manos. El gran reto del siglo XXI consiste, pues, en saber utilizar los instrumentos de la revolución tecnológica y las fuerzas positivas del proceso de globalización para, desde los poderes públicos, buscar fórmulas, cauces e instituciones que garanticen una mayor solidaridad mundial y que ayuden a superar los aspectos negativos de las situaciones de pobreza y exclusión social.El mundo de la pobreza no está presente tan sólo en las noticias televisivas que nos acortan las distancias o en los informes del Banco Mundial o del fondo Monetario Internacional. El mundo de la pobreza y de la exclusión está presente en nuestro entorno cercano, junto a nuestras casas, constituyendo un caldo de cultivo para la marginalidad.

En nuestro propio entorno hay muchas clases de pobres excluidos del sistema de bienestar social, común a los países de la Unión Europea. Existen también injusticias estructurales como puede haberlas entre países ricos y pobres o en países con materias primas sin capacidad de transformación, pues también allí falla el tejido empresarial, la capacidad de transformación, el equilibrio de las fuerzas productivas y hasta la propia cultura del trabajo. Pero hay además otra tipología de la pobreza.

Cuando se analizan los procesos de exclusión en Andalucía se detectan injusticias estructurales históricas, fruto del pasado, pero se detectan también procesos de exclusión de familias y de personas que tienen un origen determinado muy concreto en circunstancias sociales de falta de formación, paro, cargas familiares, hacinamiento, imposibilidad de acceso a la vivienda, problemas de salud, problemas judiciales, etcétera.

Un dato curioso es el porcentaje de mujeres que malvive en situación de pobreza con su carga familiar, por ser madres solteras, divorciadas o viudas jóvenes, sin hablar del problema de la prostitución y de la exclusión radical en edad de declive. Pero tampoco se puede obviar el problema de acceso al mundo laboral ni la precariedad laboral de quienes están inmersos en la economía sumergida, trabajan como temporeros, son eventuales o se encuentran en situación de paro después de los 45 años de edad.

¿Qué hacer ante estas realidades? Desde la Junta de Andalucía consideramos que este panorama de indefensión social nos obliga a completar el marco legal para las personas más desprotegidas con una ley de lucha contra la exclusión social. Esta normativa contemplará, entre otras muchas actuaciones, la conversión de las rentas mínimas de inserción social -el denominado salario social- en un proyecto conjunto de formación, empleo e inserción integral que ofrezca una respuesta de futuro a estas personas.

Asimismo, potenciará el desarrollo de los planes integrales en zonas de transformación social, el desarrollo sociocultural de la comunidad gitana, así como promoverá la articulación de una auténtica política migratoria a nivel nacional dirigida a reconocer y proteger los derechos de las personas que se acercan a nuestra comunidad en busca de una vida mejor.

En los albores del siglo XXI, la propia Unión Europea tiene el reto ineludible de establecer su propia Carta de Derechos Humanos y construir la Europa social conjugando el ser humano y el mundo global.

Isaías Pérez Saldaña es consejero de Asuntos Sociales.

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