Fujimori busca el apoyo de EE UU y de la OEA para pilotar la transición
La visita por sorpresa de Alberto Fujimori a Estados Unidos provocó algo más que estupor en el Gobierno de este país. Bill Clinton, que parece interpretar el viaje de Fujimori como una demostración de desconcierto y arrogancia, se negó a recibir al líder peruano y lo desvió hacia el Departamento de Estado para que mantuviera una reunión con Madeleine Albright. No obstante, tanto EE UU como la Organización de Estados Americanos (OEA) dejaron entrever su consentimiento a que Fujimori tutele la transición gubernamental en Perú.
Aparentemente, Fujimori ha viajado a EE UU como una demostración de poder en medio de los rumores de golpe de Estado en su país. El presidente peruano trata de que sus contactos en Washington con altos cargos estadounidenses y con la Organización de Estados Americanos (OEA) le permitan apoyar su intención de aferrarse al poder hasta las elecciones del año próximo, en vez de ceder el cargo a un Gobierno de transición. Después de la entrevista con Albright, Fujimori aseguró que las reuniones con la secretaria de Estado y con el secretario general de la OEA, César Gaviria, fueron "conversaciones muy cordiales", en las que hablaron sobre la situación en Perú "a raíz" de su "denuncia".
Fujimori aseguró que su prioridad es el proceso electoral peruano, y se atrevió a decir que eso requiere "dejar de lado los temas sobre el fortalecimiento de la democracia" en su país. "Estamos en un proceso que yo espero sea bajo mi conducción, como fue mi compromiso", aseguró el presidente peruano. "La prioridad", añadió, "es que la seguridad nacional esté garantizada en el país, en el que todavía quedan guerrillas, terroristas y narcotráfico".
La Casa Blanca dijo, a través de un portavoz, que confiaba en que el presidente Fujimori inicie un proceso rápido para celebrar nuevas elecciones conformes a la Constitución peruana. Por su parte, César Gaviria declaró que el final de la crisis peruana y la desactivación de las amenazas de golpe militar (que ayer fueron denunciadas nuevamente por la oposición en Perú) pasan por conseguir asilo político para el ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos, que se encuentra en Panamá. Así, dijo Gaviria, el Ejército peruano "apoyará y respetará el proceso democrático".
Fujimori aseguró que en la entrevista con Albright no había "comentado mayormente el tema Montesinos". Hace unos días, Albright reconoció que EE UU había ayudado a persuadir a Panamá para que recibiese a Montesinos. La presidenta del país del itsmo, Mireya Moscoso, aseguró ayer que en un plazo de 12 días su Gobierno decidirá si concede o niega el asilo político al ex asesor. En los últimos 10 años, Fujimori ha sido un socio incómodo de Washington. Aliado con EE UU en la lucha contra la droga, sus modales autocráticos son consentidos con resignación en la Casa Blanca.
El Departamento de Estado trató de no pronunciarse sobre su preferencia política para la transición peruana en el tiempo que falta hasta que Fujimori deje el poder. Un portavoz, Philip Reeker, tan sólo dijo que EE UU apoya "una transición pacífica, democrática y constitucional".
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