El director niega que su película sea una historia a la americana

El realizador Mathieu Kassovitz brindó ayer una propuesta heterodoxa de cine francés en la última jornada competitiva del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Presentó Les rivières pourpres (Los ríos de color púrpura), su cuarto largometraje y el primero que rueda por encargo, un thriller de alto presupuesto de reparto galo, pero rodado estéticamente al estilo norteamericano. El filme, protagonizado por Jean Reno, Vincent Cassel y Nadiea Farès, está inspirado en la novela homónima de Jean Christophe Grangé, que firma el guión junto al director.

Ambos llevan a la pantalla la historia de dos policías que investigan por separado una serie de crímenes espeluznantes, pero que al final acaban encontrándose.La producción rompe con los cánones franceses y sigue deliberadamente la estela de películas del estilo de Seven. El productor Alain Gildman no tuvo ayer ningún empacho en reconocer que Les rivières pourpres nació con la vocación de competir hasta cierto punto con las producciones norteamericanas de alto presupuesto, con su espectacularidad. "No tenemos complejo ante al cine de Hollywood. Si disponemos de los medios necesarios, tenemos talento para hacerlo igual o mejor que ellos".

Todo el equipo parece compartir esta filosofía, pero se encarga de subrayar que su película es más ambiciosa que las grandes cintas norteamericanas del género. "Lo siento mucho", dijo el director, "pero éste no es un filme a la americana. Tenemos una historia compleja que pide al espectador que haga un esfuerzo. Creo que nosotros vamos mucho más allá de todo esto".

En Les rivières pourpres subyace una profunda reflexión sobre la manipulación genética, que precisamente animó a Kassovitz a embarcarse en este proyecto, muy alejado de su trayectoria cinematográfica. Decidió enfrentar cara a cara a Cassel -con quien ya había trabajado en otras ocasiones- y a Reno, que ayer sentenció: "El cine siempre es una industria y, sólo de vez en cuando, una obra de arte".