La elocuencia del tímido
Robert de Niro dice que ahora lidia mejor con la fama que antes, que ha aprendido a soportarla. También, para excusar la brevedad de sus respuestas, culpa a su "cada vez peor memoria". "Todos mis trabajos han sido fáciles y difíciles a la vez, no recuerdo mucho más". La disculpa de un supuesto carácter tímido y retraído del cineasta es ya un tópico que fue desmentido cuando, después de mantener frente a los periodista cinematográficos de su país unos prolongadísimos y herméticos silencios, un Robert de Niro lleno de entusiasmo y locuacidad los convocó en 1993 para anunciarles la fundación de su empresa productora y su primer trabajo de dirección en Historias del Bronx.
Algo parecido ocurrió en el Festival de Berlín de 1998, al que acudió para recibir un homenaje y en el que el actor dio una larga y elocuente conferencia de prensa para explicar sus problemas con un juez de París después de verse implicado -como cliente- en una red de prostitución de lujo. Y es que hay pruebas sobradas de que el hermetismo del cineasta a veces desaparece: cuando le conviene.
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