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Carlos Fuentes augura que Internet hará resurgir el género epistolar

El autor rememora el plan de una colección de novelas sobre tiranos

Carlos Fuentes mantiene la adicción a la tinta y a los manuscritos que vuelca con máquina de martillos -quizá por un cierto culto al papel-, pero no desdeña el uso telemático e intangible de las letras en la red de Internet, de la que augura hará resurgir el género epistolar. El gusto por abrir un libro puede tener una connotación erótica, y la anunciada muerte de la novela queda negada por el total éxito de las obras de Harry Potter, razona.

Carlos Fuentes, un literato e intelectual nacido en 1928 que habita las nuevas fronteras y todas las artes, observa en los internautas que recuperan la relación personal postal y escrita un renacer de las cartas, que quedaron casi aniquiladas por el teléfono y los avances de las comunicaciones.El autor mexicano, cuya última novela es Los años con Laura Díaz y que se destapó en 1958 con La región más transparente, confesó en Mallorca, al concluir su veraneo silencioso y litoral de Formentor, que al anochecer en Londres mira en el ordenador las ediciones digitales de los diarios de su país, México. Los medios federales auscultan el apasionante cambio democrático e incierto camino político de aquel enorme país, luego de 71 años de poder absolutamente monocolor del PRI, una época que Fuentes describe como una dictadura imperfecta. Para él, en esta extensa época sobrevivieron y recrecieron dinosaurios empresariales y políticos, a veces con rasgos tiránicos y con tramas abracadabrantes, una realidad que el realismo mágico literario jamás podría superar.

Biblioteca de dictadores

Carlos Fuentes reconoce que no ha penetrado en sus libros por las espirales del realismo, opción estética y narrativa que sitúa en una respuesta al llamado surrealismo, articulada en los años veinte, sobre un puente del Sena en París, por el cubano Alejo Carpentier y el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, amigos del chileno Pablo Neruda. En casi cinco horas de diálogo en una noche calmada de Mallorca, el escritor rememoró un plan editorial que trazaron hace 40 años con Gabriel García Márquez para el célebre impresor francés Gallimard. Aquellos treintañeros, celebridades en ciernes, esperaban completar una biblioteca con novelas biográficas de dictadores latinoamericanos. Nunca se concretó.En el último libro de Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo, sobre el tirano Trujillo de la República Dominicana, Fuentes ve una secuencia que enlaza con aquel proyecto en que él eligió a Santana, un dictador menor de México, una obra nunca escrita. Ahora medita un libro sobre las atrocidades de la dictadura de Pinochet en Chile. En el vigoroso Tomás Eloy Martínez y su Santa Evita ve Fuentes una gran novela, posiblemente en la órbita que podría haber escrito, según el plan, Julio Cortázar.

Fuentes dijo que Cortázar trabajó para aquella biblioteca de tiranos en una recreación novelesca de Eva Perón. Uno de los tres cuerpos embalsamados -dos de ellos falsos- que Juan Domingo Perón preparó, permanecía -en esa novela- bajo un obelisco de Buenos Aires, expandiendo leyendas.

Con Fuentes coincide Carlos Meneses, crítico y escritor de Perú, especialista en Borges y Asturias, contemporáneo de muchos de los genios del boom lationaméricano, quien abonó y documentó ayer la nota que adelantó el mexicano sobre la serie de retratos novelados de dictadores. "En buena parte", dice Meneses, "estos autores y sus obras son deudores del Tirano Banderas de Ramón del Valle-Inclán".

Con las ediciones en mano, señala a Miguel Ángel Asturias (Guatemala 1899), quien, en el pionero El señor presidente (1946), dibujó a José Estrada Cabrera, y Alejo Carpentier (Cuba, 1904), que trata el tema en El derecho de asilo (1972), en El acoso (1958), en El reino de este mundo y Los pasos perdidos. En el célebre El otoño del patriarca (1975), el colombiano Gabriel García Márquez se inspira en el venezolano Gómez. Otras grandes novelas sobre dictadores son Yo, el Supremo, de Augusto Roa Bastos (Paraguay, 1917), y Conversación en La Catedral (1969), de Mario Vargas Llosa (Perú, 1926).

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