Un dardo inglés en la diana
La controversia que el informe de la Real Academia ha provocado sobre la enseñanza de la historia, quizá sirva para fijar la atención hacia otro tema que posiblemente no es menos importante u oportuno: la enseñanza del inglés. Sin duda, parte de la preocupación de muchos por el futuro del español se deba al aumento de la influencia del inglés. El inglés es la lingua franca del mundo, y también la que más se usa como segunda lengua en Europa, después del francés, alemán e italiano. Sin embargo, en España es un idioma que se encuentra seriamente desatendido y que la mayoría de la población prácticamente desconoce.El visitante que llega a España quizá no lo vea así. Hoy día está de moda emplear palabras inglesas en todas partes, dar nombres ingleses a empresas y a menudo mantener los títulos de las películas en inglés, aun cuando la mayor parte del público no pueda pronunciarlos, tal como la película Eyes wide shut. Todo esto, evidentemente, indica un amplio conocimiento del inglés, que alcanza por un igual a toda la población. ¿O no es así? He estado considerando la cuestión después de haber leído un artículo en EL PAÍS (domingo 2 de julio) en el que un notable miembro de la Real Academia Española nos informaba de que el término "tarifa plana" para la tarifa especial de acceso a Internet deriva del término inglés plain rate. No tengo la costumbre de cuestionar a ilustres autoridades, pero en este caso creo que es importante señalar que el término plain rate no existe en inglés. La única expresión en inglés que equivale a "tarifa plana" es flat rate.
Este pequeño error toma importancia porque procede de la Real Academia. Si se nos da información equivocada proveniente de las más altas esferas creo que es deber nuestro corregirlo. De vez en cuando hay que defender el idioma inglés. Conviene defenderlo, en primer lugar, contra el uso extendido de un seudoinglés, una costumbre que corrompe y degrada el idioma que toma prestado y a su vez deshonra el que presta. Los franceses hace tiempo que son conscientes de este problema; sin embargo, en España no se han dado plena cuenta del problema. Tanto en la calle como en la prensa, la gente y los periodistas usan palabras y frases inglesas para dar a entender que están familiarizados con el idioma. Como resultado, el público poco habituado al idioma recibe información engañosa sobre palabras que no existen en inglés. Se pueden encontrar ejemplos casi en todos los periódicos. Todos, por ejemplo, hemos dado con el abuso de la palabra overbooking, que en inglés tiene como único significado -asociado con la industria turística- un exceso de reservas de plazas disponibles. Sin embargo, en algunos medios, la palabra todavía se emplea para significar "gran cantidad", como en la frase "un overbooking de gente". De forma parecida, ahora es corriente el uso de la palabra light como un adjetivo, que se coloca detrás del nombre para expresar una mínima condición, como es "filosofía light", o "coca-cola light" (por el término americano diet coke), o "socialismo light". Esto es, naturalmente, una invención española, y un poco enigmática para un inglés. La lista de palabras y frases es muy larga, y no tengo el propósito aquí de examinarlas. Por supuesto que algunas de ellas jamás han existido en inglés, como la célebre palabra footing, que deriva claramente de foot (como en football) y que describe una actividad desconocida en el mundo de habla inglesa.
Dejen que les cite un caso que captó mi atención (me disculpo de antemano con la persona interesada). En una entrevista que se publicó hace algún tiempo en la sección de la revista de EL PAÍS, la entrevistadora, Julia Otero le preguntó a un prelado español qué pensaba él del fenómeno outing. El eclesiástico no entendió lo que ella quería decir, así que la periodista se explicó. Un outing, dijo ella, es la palabra que se da en inglés al fenómeno de los homosexuales expresando que son homosexuales. Al leer esto, casi me caigo de mi asiento. El hecho es que tan sólo el día anterior, mi esposa y yo habíamos salido de outing, y no recuerdo aquel día haber hecho ninguna declaración publica de homosexualidad. En realidad, hemos realizado varios outings durante este año, incluyendo un muy agradable outing a Francia. Es posible que Julia Otero tenga un excelente dominio del inglés, pero si consulta el diccionario encontrará que un outing es sólo una excursión, ni más ni menos. A lo que ella se referiría es al empleo muy particular, en especial entre los americanos, del verbo to come out, que significa la aceptación por una persona de su propia homosexualidad. No obstante, debo recordar a los lectores, y también al reverendo prelado si está leyendo esto, que el verbo to come out, como norma, sólo quiere decir "salir". Si yo "come out of my house to take the air", sólo estoy saliendo de mi casa para tomar el aire, no estoy diciendo que soy homosexual.
Es una lástima que el celo en emplear con tanta frecuencia frases en inglés no se ejerza en los colegios, donde sería muy útil para los jóvenes que tienen que luchar con el idioma de los ordenadores; es decir, el inglés. Desdichadamente, parece (según mi información) que los estudiantes de informática de algunas escuelas no reciben clases de inglés. Esto es como pedirles que se lancen a una piscina sin saber nadar. En un mundo tecnológico, no es aconsejable entrenar a una generación de especialistas de informática que no saben inglés.
El problema no es meramente anecdótico. Si así fuera, uno podría limitarse a los aspectos entretenidos del inglés que se usa en la vida cotidiana. Pero el problema del inglés influye en la tecnología y la ciencia de España. El otro día, un técnico en electrodomésticos me decía que muchos de los manuales de instrucciones están traducidos mal al español. Por tanto, es peligroso confiar en traducciones en español. En mi coche, las instrucciones en español contienen un error técnico que pudo resultar peligroso si no hubiera contado con el texto original. De los muchos ejemplos disponibles, dejen que les cite uno de menor importancia. Hace algún tiempo, mi esposa se compró un libro de recetas que había sido traducido del inglés al español. La receta mencionaba un ingrediente esencial para confeccionar el plato que era "polvo de hornear". Así que fue a varias tiendas preguntando sobre tal cosa, pero nadie sabía darle razón de ello. Evidentemente, no hicimos el plato, ya que no encontrábamos el ingrediente. Al cabo de un tiempo se me ocurrió que quizá la palabra estaba mal traducida. Entonces razoné que "polvo de hornear" debía ser una traducción literal de baking powder; es decir, "levadura".
La experiencia nos dice que una de las asignaturas más odiadas por los alumnos en el colegio es el idioma extranjero. Pero es evidente que al Gobierno español todavía le queda mucho esfuerzo por hacer, no sólo promoviendo un mejor conocimiento de la lengua de Cervantes en otros países, sino también desarrollando el conocimiento de la lengua de Shakespeare entre los españoles. ¿Será posible un día experimentar en España lo que experimenté en Gante, donde este año acudí a dar una conferencia para conmemorar el quinto centenario de Carlos V? Perdí mi camino y tuve que preguntar a un guardia de tráfico la dirección. Me contestó en un inglés perfecto, no menos perfecto que el mío. Vivimos en una comunidad europea y mundial donde el problema de la lengua es un tema fundamental, y creo que estudiar inglés correctamente tiene una cierta importancia. Suponiendo siempre, por supuesto, que hay que perdonar al autor de este artículo los defectos de estilo y vocabulario escribiendo en un idioma que no es el suyo.
Henry Kamen es hispanista, profesor del CSIC.
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