En compañía de los 'uguisus'
El problema al que se enfrenta Reyes Cabrales (23 años), recién finalizado 3º de Derecho, no es cómo encontrar un hueco para ir a la playa, sino cómo robarle más horas al día para entregarlas a Flick Flock, una escuela de psicodanza en la que una treintena de personas con minusvalías psíquicas acuden a diario para descubrir sus posibilidades artísticas, a la que se encamina cada día Reyes más para aprender que para enseñar, y en la que cada día los uguisus vuelan por los escasísimos metros del recinto. "Todos somos discapacitados para alguna actividad, pero estas personas cuando danzan son, ante todo, artistas".Los uguisus son los pájaros de la primavera de Hans Christian Andersen, los ruiseñores a los que el emperador del cuento quiso retener en su palacio para él solo. La directora de la escuela, Susana Alcón, y Rafael Navarro, luminotécnico y músico han montado Uguisu, una coreografía basada en el relato del escritor danés; 35 bailarines de entre 15 y 40 años, el 75% de ellos con minusvalías, obtuvieron, recientemente, rendidos aplausos en el Teatro Falla. "El público que va a ver a una compañía de psicodanza no sabe bien qué va a encontrar", explica Reyes, "una vez que comprueban cómo los actores pueden tener síndrome de Down o parálisis cerebral, pero que actúan como cualquier otro, se entregan".
Se enganchó a Flick Flock cuando tenía 16 años. Ahora, dedica cada verano dedica a esta actividad de integración. Reyes, como otros 15 monitores, le echa mano a todo: clases, coreografías, vestuario, maquillaje. "Lo pasamos en grande, aunque hay ensayos en los que no sale nada y otros que parecen mágicos". Ensayo, paciencia, cariño y humildad, mucha humildad. "Hace falta mirar alrededor, escuchar y aprender de esta gente". Como monitora ve más allá que algunos padres "que llegan a limitar las posibilidades de sus hijos", que ignoran que son capaces "de crecerse en el escenario", y que no saben que poseen una "capacidad de superación" infinita.
La narración de Reyes Cabrales rezuma placer y contagia optimismo. Ella misma se encarga de poner el freno a tanta alegría: "No todo es fácil, al principio cuesta que acepten la disciplina" , aunque, a renglón seguido, asevera: "La gente discapacitada es muy creativa, en cuanto que se desinhiben dan mucho de sí". La coreografía de Uguisu, de hecho, está basada en sus propios movimientos.
Lo más satisfactorio de su labor en la escuela es comprobar el avance diario de sus alumnos y, a la vez, compañeros. " No se trata de enseñar a estas personas a seguir una coreografía, sino que trabajamos por la integración a todos los niveles y también en el propio espectáculo."
Poco le importa a esta voluntaria que el vestuario de cada obra haya que aviarlo como se pueda o que la escuela sea tan pequeña que los montajes haya que ensayarlos por partes. Tampoco le importa que algunas administraciones no admitan a esta escuela como asociación cultural ni que se le vayan cada día hasta cinco y seis horas entre las cuatro paredes del Flick Flock. Lo único que quiere es que no vuelen ni los uguisus ni sus vacaciones.
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