Clinton anima a Barak y Arafat a pasar a la historia por sus decisiones en favor de la paz

Encerrados en el retiro de Camp David con la promesa común de evitar filtraciones a la prensa, Ehud Barak y Yasir Arafat se dieron ayer el apretón de manos de rigor con el que arranca una cumbre marcada por una mezcla de trascendencia con desconfianza. Bill Clinton, dispuesto a no salir de esa residencia presidencial en los próximos siete días, reconoció, sin embargo, que la reunión arranca sin garantías de éxito, aunque no intentarlo, dijo, "es garantizar el fracaso", y recordó a Barak y Arafat su obligación de pasar a la historia por sus decisiones a favor de la paz.

Bill Clinton, que sólo se ha llevado a Camp David la compañía de su perro Buddy y sus libros sobre Oriente Próximo, conminó a los líderes de las delegaciones a comportarse con las mayores dosis de "paciencia, creatividad y coraje" en la búsqueda de la paz. Al pie del helicóptero que le trasladó a la residencia presidencial de verano y sede de la cumbre entre israelíes y palestinos, Clinton insistió en que la reunión arranca sin garantías de éxito, "aunque no intentarlo es garantizar el fracaso", aseguró. Según el presidente estadounidense, el camino hacia la paz "es siempre una vía de dos direcciones. Los dos líderes son conscientes del peso de la historia, pero estoy seguro de que los dos se dan cuenta", dijo Clinton, "de que éste es un momento de la historia que deben aprovechar".

Apagar los teléfonos móviles

Aunque ambas delegaciones prometieron apagar los teléfonos móviles, no hablar con la prensa y evitar comentarios que generen malentendidos, representantes de los dos grupos de negociación filtraron desde primera hora su intención de mantener las exigencias de partidaVarios negociadores palestinos mostraron su pesimismo por la influencia que la política interna de Israel puede tener en la capacidad de negociación del primer ministro, Ehud Barak.

Los palestinos creen que, dada la situación personal en la que se encuentra el mandatario israelí, EE UU puede presionar más a Yasir Arafat para permitir que Barak regrese a casa como un triunfador. Como cabía anticipar, la delegación de Israel piensa lo mismo, pero al contrario: Barak comentó a algunos periodistas de su país que tenía la impresión de que la diplomacia estadounidense parecía más cercana a las posiciones palestinas que a las de Israel.

La jornada de ayer fue de contacto y protocolo. Hubo en primer lugar reuniones de Clinton por separado con cada uno de los dos líderes, seguidas de un encuentrotripartito. Entrada la tarde Clinton volvió a reunirse primero con Barak y luego con Arafat, pero no hubo una entrevista a solas entre estos últimos. Sólo hay una coincidencia entre ellos: todos opinan que el mayor escollo está en la negociación sobre el futuro de Jerusalén. Yasir Arafat considera innegociable la reclamación palestina sobre Jerusalén Este, pero Barak sólo mantiene una oferta de control local palestino, limitado a algunas aldeas y suburbios de población árabe. Un miembro de la delegación palestina dijo: "No nos interesa tener responsabilidades municipales. De Jerusalén sólo nos interesan cuestiones de soberanía".

Barak puede tratar de reducir la intransigencia de esa demanda con la oferta de aumentar el 40% de territorio de Cisjordania que ya ha aceptado transferir a la Autoridad Palestina, e incluso admitiría abandonar muchos de los asentamientos. Pero eso no será suficiente para cerrar el conflicto sobre el reparto de Jerusalén, lo que, según una fuente israelí, abre la puerta a otra cumbre dentro de algunas semanas: "Nos gustaría llegar al acuerdo más amplio posible, pero puede que tengamos que decidir aplazar algunas cuestiones", aseguró un miembro de la delegación negociadora de Israel.

Arafat no cede en su disposición a declarar el Estado palestino a partir del 13 de septiembre, independientemente del momento que atraviesen las conversaciones de paz.