Poner fin al "holocausto social"
La manifestación por el abaratamiento de los fármacos del sida y su acceso a toda la población fue pacífica y festiva, a pesar de los dramáticos mensajes que lanzaban los asistentes. Reunidos ante el Ayuntamiento de la ciudad de Durban, entre 3.000 y 5.000 personas pidieron con sus cantos, sus gritos y sus pancartas que el mundo en desarrollo deje de pagar con vidas la ausencia de políticas contra el sida y la avaricia de los laboratorios.La activista política y ex primera dama de Suráfrica, Winnie Madikizela-Mandela, clamó desde la tribuna por el fin del "holocausto social" que vive África y pidió a su propio Gobierno que cambie una estrategia que ha hecho posible que gritar que "el VIH es la causa del sida", como dijo, suene en este país a grito de guerra. Los asistentes, exaltados, cantaron con Winnie Mandela himnos nacionales y religiosos y corearon en zulú, la lengua local, la frase más repetida de la protesta: "Amandla a wethu" (el poder es nuestro).
Las pancartas que exhibieron los manifestantes daban ayer buena cuenta de cuál es el drama surafricano: "Fármacos accesibles ya", "La gente por encima de los beneficios", "Reducid el precio de las medicinas para la gente con sida", "Presidente Mbeki, AZT/Nevirapina para mujeres embarazadas con VIH", "Tenemos derecho a vivir, dadnos medicinas a precio asequible", "Las mujeres tienen derecho a hijos sanos".
La manifestación la había organizado la Campaña de Acción por el Tratamiento (TAC en sus siglas inglesas) y la Coalición por el Proyecto de Salud Global. La apoyaron 230 organizaciones de 33 países de todo el mundo. La mayor parte de esas organizaciones, hasta cien, son de Suráfrica, y entre ellas hay partidos políticos, organizaciones sociales y organizaciones no gubernamentales (ONG). Aunque no participó en la protesta, la ministra de Sanidad surafricana, Manto Tshabalala-Msimang, manifestó esta semana su apoyo a dicha manifestación, que estuvo liderada también por el arzobispo anglicano Njongonkulu Ndungane.
El presidente surafricano Thabo Mbeki fue duramente criticado por su actitud de poner en duda la causa del sida y no administrar ni siquiera el AZT a las embarazadas con sida, lo que evita en un alto porcentaje el contagio del recién nacido. Para los organizadores de la protesta, las excusas del Gobierno surafricano sobre el precio de los antirretrovirales no tiene base alguna. Como dijo Winnie Mandela, sería suficiente que el Gobierno pusiera en la lucha contra el sida el mismo esfuerzo que aplicó a la consecución, sin éxito por cierto, de organizar el Campeonato Mundial de Fútbol de 2006.
Respecto a la oferta de la firma Boehringer Ingelheim de dar gratis durante cinco años el antirretroviral Nevirapina, una de las organizaciones más activas, Act-Up, de Estados Unidos, ha replicado que es inaceptable, porque el ofrecimiento comprende sólo dos dosis para la mujer embarazada, lo que no es un tratamiento completo y adecuado.
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